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Ojales, alforzas y zigzag

Cuando el editor de El Bando Creativo me propuso que hiciéramos una...

24 de febrero de 2011 Por: Julio César Londoño

Cuando el editor de El Bando Creativo me propuso que hiciéramos una antología de mi obra, protesté: “¡Cómo se le ocurre, don Roberto Caro, eso es para autores consagrados o in artículo mortis!”. En realidad yo estaba muy halagado y me puse de inmediato a escoger los textos para armar el libro que siempre había soñado, uno que no tuviera metida la nariz del editor ni sufriera la tiranía de los géneros ni el corset de las ‘unidades’ de los críticos ni las presiones del mercado. Un libro, en suma, cuyos textos sólo dependieran de una condición: que su relectura no me defraudara.En el primer capítulo, Cuentos ganadores, incluí tres que son muy importantes en mi carrera profesional y me granjearon cierta notoriedad en la cuadra: Pesadilla en el hipotálamo es la historia de un gusanillo empeñado en ruñirle las neuronas a un sabio; Sacrificio de dama cuenta el duelo de ajedrez entre un jugador y una máquina, y Los gramáticos, un cuento urdido con cartas imaginarias entre dos señores reales, Andrés Bello y José Rufino Cuervo.El segundo capítulo, La vida, gira en torno al cuerpo y los sentidos, esos órganos que recogen unas vibraciones sosas para que el cerebro las convierta en esa fiesta de olores, sabores, colores, sonidos y texturas del mundo. El sexo, los alimentos, la cosmetología, la publicidad, el perfume y la piel son los asuntos de esta sección.En el capítulo Otros cuentos incluyo tres piezas que han mordido el polvo de la derrota, y mis versiones de cuentos famosos de Lion Miller, Jorge Luis Borges, Juan José Arreola, Villiers de L’Isle Adam y Gottfried August Bürger. Supongo que los reescribí para tener la ilusión, por un instante, de ser su autor.En el capítulo Anécdotas cuento los sarcásticos combates de Winston Churchill y Bernard Shaw, la tarde en que Frank Sinatra y John F. Kennedy hablaron de amor, la historia de un arriero que se convirtió en el mejor fotógrafo de estrellas de su tiempo, el duelo entre Newton y un talentoso falsificador de moneda francés, la triste historia de Sonia Tolstoi, la biografía del muchacho que inventó la ciencia moderna, la reciente reivindicación de Judas, una conversación entre Marilyn Monroe y Truman Capote, los últimos momentos de Enrique Buenaventura y un perfil de mi abuelo.Cierra el libro un capítulo que da nombre al libro y que lo titulé Zigzag por su revoltijo de temas y por asociación con un letrero que ha desaparecido del paisaje urbano, “Se hacen ojales, alforzas y zigzag”. Aquí están la historia de la ventana, ese invento de las mujeres para mirar a través de las paredes, un ‘Homenaje a don nadie’, un artículo sobre el martirio de leer, otro sobre Proust y las catedrales, un lagarto ‘Elogio a la mujer’, y ensayos sobre el origen de la ciudad y sobre la línea de sombra que separa la ciencia y la religión, la realidad y la fantasía.El trabajo de El Bando Creativo fue impecable: papel marfil, márgenes generosas, interlineado 1,5. Es la mejor edición de un libro mío hasta la fecha, y la más económica. Ruego a los manes de la literatura que sus páginas conserven la levedad con que fueron escritas y que tengan el feliz poder de entretener a su lector. P.D.: El libro ya está en librerías y lo presentaré en Palmira el próximo miércoles en el bar El balcón del ratón, calle 32 # 24-36, a las siete de la noche.