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Los dibujos de Dios

Las tragedias relacionadas con las caricaturas de la revista Charlie hebdo han...

12 de febrero de 2015 Por: Julio César Londoño

Las tragedias relacionadas con las caricaturas de la revista Charlie hebdo han vuelto a poner sobre la mesa una pregunta compleja: ¿Hay casos que justifican la censura? (insisto en el tema porque es delicado y sigue vigente). Por un acto reflejo, los intelectuales contestamos siempre NO. Nada la justifica. Para nosotros, la censura es sinónimo de moralismo, o de represión, o un ardid del poder para ocultarle información a la opinión pública. Albert Camus casi selló la discusión con esta frase: «Una prensa libre puede ser buena o mala, pero una prensa amordazada solo puede ser mala». Otro francés, Voltaire, hizo el más bello homenaje que se le haya rendido a la libertad de opinión: «No comparto su posición –le dijo a alguien– pero daría mi vida por defender su derecho a sostenerla». Hay un aforismo que caricaturiza el problema: «Cuando la prensa aplaude al gobierno, estamos en una dictadura. Cuando lo escupe, es una democracia».Con todo, reconozco que hay por lo menos cuatro casos en que la censura se justifica: los asuntos de Estado que comprometen la seguridad pública, el respeto a la vida privada, los videos snuff y la pornografía pedófila (la otra pornografía es parte de la canasta familiar. Como el cilantro, digamos. Deberían incluirla en el POS como una droga esencial). Para miles de millones de almas piadosas de Oriente y Occidente, a la lista le falta un quinto caso: Dios. «Hay que respetar las creencias ajenas», dicen con una frase incontestable. Pero ellos mismos, «los respetuosos», violan este sensato precepto. El extremismo musulmán considera a Estados Unidos un «imperio satánico», y George W. Bush llamó a Iraq, Irán y Corea del Norte, el «Eje del mal». Pedirle respeto a un caricaturista es un contrasentido porque la caricatura es justamente irreverencia, ironía. El caricaturista ve el lado ridículo de la solemnidad, la farsa detrás de la retórica, la mueca debajo de la máscara. Por otra parte, si el caricaturista no mete sus narices en «el culto», ¿por qué tiene que meterlas el pastor en la mesa del dibujante? En realidad los pastores y los caricaturistas son payasos. La diferencia es que el caricaturista no lo niega.Además los dioses no han respetado a los mortales nunca. Zeus se vestía de lluvia de oro o de níveo cisne para engañar a las mujeres. ¿Respetó Jehová a Abraham, a Job, a los justos que murieron en el Diluvio? ¿Respeta Alá a las mujeres? ¿No fue un cruel chiste suyo dictar una sura condenando al hombre que tuviera más de cuatro mujeres? En los libros sagrados, es frecuente ver la ira de Alá y la ira de Jehová, pero no hay un solo pasaje que los muestre riendo. Jamás sonrieron. Tampoco sus profetas. Quizá es por eso que censores odian el humor... o porque saben que la risa tiene el poder de espantar a los «demonios», tan útiles para mantener a la grey en redil.Además, y girando la cámara, ¿qué puede importarle a un ser infinitamente sabio y bondadoso, los dibujos del terrícola equis? Nota 01. Qué lástima que el presidente Correa, un brillante economista de Harvard, manche una administración profundamente social persiguiendo a los periodistas como cualquier chafarote. Nota 02. La persecución política al Centro Democrático la inició el castro-chavista Alejandro Ordóñez cuando le clavó una suspensión de 18 años a María del Pilar Hurtado. PD: El sábado a las 6:00 p.m. en la Capilla de Las Mercedes y el domingo a las 9:00 a.m. en la Iglesia de la Santísima Trinidad, oficiaremos misas de aniversario en memoria de mi madre, Graciela Londoño.