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Los centavos de la infamia

Empezó el lunes la puja para determinar el incremento del salario mínimo...

8 de diciembre de 2011 Por: Julio César Londoño

Empezó el lunes la puja para determinar el incremento del salario mínimo en Colombia. En los próximos días los miembros de la Comisión Permanente de Concertación de Políticas Laborales y Salariales esgrimirán curvas, conceptos, estadísticas y teorías para decidir si el aumento debe ser a) mínimo b) miserable c) microscópico d) estítico.No hay que ser una pitonisa muy aguda para prever que los cálculos de los sabios dirán que el aumento debe ser miserable y que al final una intervención del presidente lo elevará al mínimo, como hizo el año pasado, cuando intervino de manera enérgica y logró que el porcentaje pasara de 3,5% a 4,0%. Este magnánimo 0,5% significó que a los bolsillos de los obreros del país llegaran $2.575 más de lo acordado en la Comisión y que los cacaos se molestaran hasta el punto de que Portafolio publicó un artículo titulado ‘Finaliza la luna de miel del presidente y los empresarios’.Los correveidiles de los empresarios ya prendieron las alarmas. “Un incremento superior al 4,5% ($24.000) generaría una presión alcista de precios, recalentará la economía y descuidará las expectativas de inflación”, aseguró con el rostro desencajado José Manuel Restrepo, rector del Cesa. La próxima semana el gurú Rudolf Hommes repetirá su letanía decembrina: “El incremento debe ser igual a la inflación más un punto por productividad. Pasar de ahí un centavo desestimulará la producción de nuevos puestos de trabajo y volverá a presionar hacia arriba la tasa de desempleo”.Yo, lamento decirlo, coincido con los correveidiles. No quiero ni pensar qué hará un obrero con otro baloto como el del año pasado. Empezará a comprar como loco iPads, plasmas, joyas, carros, estilográficas, libros, cuatro por cuatros, entradas a la ópera, etc., y claro, se producirá una ola alcista de precios, la inflación se disparará y el desempleo volverá a las ignominiosas cifras de dos dígitos. Esto sin contar que, con las vueltas, el sujeto se emborrachará, le pegará a su mujer, apuñalará a sus amigos y complicará hasta el delirio los problemas de salud pública.Porque es sabido que la economía no se recalienta por las irrisorias regalías que genera la minería, ni por las pensiones de los congresistas, los generales y los magistrados, ni por las pensiones y las becas de los suplentes y los parientes de los senadores, generales y magistrados, ni por los carruseles de la contratación, ni por el desgreño en la DNE, ni por los repagos del Fosyga a las empresas prestadoras de salud, ni por la caja sin fondo de las Fuerzas Armadas, ni por los subsidios agrícolas a las actrices desvalidas, ni por el desgreño en Bienestar Familiar, ni por la fusión, fisión y nueva fisión de los ministerios, ni por las adiciones de los contratos públicos, ni por las millonarias demandas que el estado paga por las torpezas de sus funcionarios.No. La economía se recalienta por los incrementos desproporcionados en el salario mínimo de los obreros, y en la fracción del mínimo de las empleadas domésticas. Los programas sociales del Estado se quedan en veremos porque en diciembre nunca falta un presidente populista que, preocupado por el descenso de su popularidad, decide añadirle al incremento sesuda y generosamente pactado por los sabios de la economía, 2.575 pesos más. ¡Joder!