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La ternura de los pueblos

La contribución de las cajas al bienestar de los colombianos más desprotegidos es algo que solo algunos miopes discuten. El Sistema de Subsidio ha demostrado ser sólido, incluyente y sostenible, y coadyuva de manera vigorosa al desarrollo y a la búsqueda del principal objetivo nacional: una paz estable y duradera.

20 de diciembre de 2017 Por: Julio César Londoño

El Sistema de Subsidio Familiar lo conforman 43 cajas de compensación. Creado en 1954, presta servicios sociales a los trabajadores de menos ingresos y a la población vulnerable. La gestión de las cajas humaniza las empresas y las convierte en actor clave en el cierre de la brecha social y en motor de desarrollo.

Lo que empezó como una remuneración adicional y voluntaria de las empresas, es hoy el grueso de la prestación social. Por desgracia, algunos desconocen las bondades del Sistema y ven este tributo como una carga empresarial más.

Los aportes del 4% que realizan los empresarios al Sistema, más de $5,7 billones, se reinvierten en prestaciones sociales en dinero, en especie o en servicios a los trabajadores afiliados y a sus familias. Casi 9 millones de trabajadores y más de 11,5 millones de sus beneficiarios reciben acciones directas del Sistema. El año pasado, 5 millones de personas recibieron $1,7 billones en subsidio monetario, y las cajas otorgaron subsidios en servicios por valor de $1,5 billones (subsidios en servicios son, por ejemplo, los centenares de bibliotecas, colegios y centros recreativos construidos por las cajas).

El modelo impacta a cerca de 28 millones de colombianos, más de la mitad de los habitantes del país, a partir del aporte de 587 mil empresas afiliadas. Sesenta años de trabajo y buenos resultados, demuestran que el Subsidio Familiar funciona y que ningún otro modelo social iguala su eficacia, transparencia y rentabilidad.

A los que quieren eliminar las cajas yo les pregunto: ¿Quién asumirá el salario social de los trabajadores formales si se elimina esta prestación?
Durante los últimos gobiernos, los recursos del Sistema han financiado programas que no se alcanzan a cubrir con recursos del presupuesto público; el 42% de recursos del aporte empresarial se destina a fondos de ley que benefician a población distinta a los trabajadores remunerados. En dichos fondos, el Sistema invirtió cerca de 1,34 billones de pesos en 2016.

Comfandi, la Caja de Compensación Familiar del Valle del Cauca, primera del suroccidente del país y cuarta en ingresos a nivel nacional, cuenta con un portafolio de servicios para atender a sus trabajadores afiliados, que suman más de 655.000, y sus beneficiarios, que son más de 760.000, y para cubrir a más del 30% de la población vallecaucana.

La contribución de las cajas al bienestar de los colombianos más desprotegidos es algo que solo algunos miopes discuten. El Sistema de Subsidio ha demostrado ser sólido, incluyente y sostenible, y coadyuva de manera vigorosa al desarrollo y a la búsqueda del principal objetivo nacional: una paz estable y duradera.

“La solidaridad es la ternura de los pueblos”, dijo alguna vez Ernesto Guevara. Parafraseándolo, podemos decir ahora: las cajas de compensación son la solidaridad de los empresarios. Una forma eficaz de combatir la indiferencia de ese “capitalismo salvaje” que tanto criticó Juan Pablo II.

Nota: no soy neutral frente al tema porque dirijo el Taller de Escritura Comfandi. Además, he visto cómo las cajas de compensación financian, a lo largo y ancho del país, muchos eventos culturales y cursos de artes y oficios que están cambiando miles vidas. Pero considero que mi gratitud no me inhabilita para reconocer que las cajas contribuyen de manera inteligente y sensible a subsanar las abismales diferencias sociales de una de las naciones más inequitativas del mundo.

Sigue en Twitter @JulioCLondono