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La Consulta, Petro y Ordóñez

El presidente Duque apoyó la Consulta y celebró el resultado el domingo en la noche, demostrando así que está mucho más sintonizado con el país que su partido.

29 de agosto de 2018 Por: Julio César Londoño

Acertamos todos los columnistas: la Consulta no pasó. Fallamos todos: nadie, ni siquiera los más optimistas, imaginamos que 11,7 millones de ciudadanos, la votación más alta de la historia, salieran a manifestar su repudio al problema número uno del país, la corrupción.

Sin buses alquilados, ni tamales, ni tejas, ni cemento, ni certificado de votación, ni día libre para los jurados, contra la apatía de los medios, los partidos, los antioqueños y los cordobeses, contra el arraigado abstencionismo, contra los trinos y las marrullas del líder más popular, y pese al desganado apoyo del segundo líder (Petro no impulsó la Consulta en la Costa, su baluarte) 11,7 millones de ciudadanos manifestaron en las urnas su sagrada piedra ante el vampirismo público-privado que desangra las arcas nacionales.

El presidente Duque apoyó la Consulta y celebró el resultado el domingo en la noche, demostrando así que está mucho más sintonizado con el país que su partido, que parece no enterarse de que ya es gobierno y sigue en la belicosa trinchera de la oposición. Uribe trinó durante todo el domingo contra la Consulta y Rafael Nieto dijo en estas páginas que eso era un embuste inútil y costoso.

Para efectos prácticos, fue como si se hubiera alcanzado el altísimo umbral. En su alocución, el Presidente llamó a todos los senadores a debatir, reglamentar y aprobar los siete puntos de la Consulta.

Ahora el Gobierno debe mostrar coherencia. No puede seguir nombrando ministras cuestionadas, como esa de las pechugas a $40.000, y debe reconsiderar el nombramiento de Ordóñez en la OEA, una decisión que ha causado rechazo dentro y fuera del país.

En change.org hay decenas de miles de firmas que objetan su nombre porque “utilizó su poder como procurador para hacer precisamente lo  opuesto a su mandato: atacó los derechos humanos, en particular los de las minorías y las víctimas del conflicto, desconoció el Estado de Derecho y usó su poder disciplinario para disuadir a los funcionarios públicos de cumplir con sus obligaciones constitucionales y legales”.

No olvidan los activistas que la reelección de Ordóñez “fue anulada por la utilización de prácticas clientelistas y corruptas, nombrando en cargos de la Procuraduría a familiares de quienes votaron su reelección, con salarios de 25 millones de pesos”.

Un gobierno que tiene la legalidad como marco y por norte la modernidad, no debe incurrir en la contradicción de exaltar a un señor tan sinuoso y cavernario como Ordóñez.

También los jueces deben sintonizarse con un país que empieza a erguirse y a reclamar sus derechos. Es inaudito que el Consejo Nacional Electoral le niegue la personería jurídica a Colombia Humana, el partido cuyo candidato sacó la friolera de ocho millones de votos en las presidenciales de junio. Si se mantiene este fallo, que parece copiado de un cable venezolano, el principal partido de oposición no podrá participar en las elecciones regionales de 2019.

Nota para Gustavo Petro: sugiero que le pregunte a Habib Merheg, Luis Alberto Gil, Juan Carlos Martínez Sinisterra o a Enilce López, alias La Gata, cómo hacen para que el severo CNE expida con celeridad y eficiencia las personerías jurídicas de sus fugaces partidos políticos.
Nota para el chat del periódico: ningún columnista recibe mermelada, y si alguno la recibe es por otros conceptos, no por su trabajo como columnista, chanfaina que nunca ha sido aceitada por gobierno alguno.

Sigue en Twitter @JulioCLondono