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Eso es lo que hay

Como se esperaba, la convención uribista eligió a Óscar Iván Zuluaga. Los...

31 de octubre de 2013 Por: Julio César Londoño

Como se esperaba, la convención uribista eligió a Óscar Iván Zuluaga. Los delegados se pusieron de acuerdo en torno a su nombre con un razonamiento geopolítico: «Eso es lo que hay». Y tenían razón. Ramos está en la sombra, Pachito estaba eliminado de antemano y a Carlos Holmes no lo conocen ni en Cali. Zuluaga, en cambio, es un ídolo en Pensilvania.Resulta irónico que un movimiento tan poderoso, no tenga una sola figura de talla presidencial. Y resulta todavía más sorprendente la levedad política del resto del grupo, la intrascendencia de los nombres de sus cuadros directivos. Si descontamos los nombres de José Obdulio, Fernando Londoño, Fabio Valencia y Fabio Echeverry, los líderes del uribismo no pintan nada en el concierto nacional.Sin embargo, hay que reconocer que el movimiento tiene alfiles importantes en el exilio y en las cárceles a causa de la injusta persecución desatada en su contra por las justicias colombiana y estadunidense. ¡Bribonas!El lunes, los colombianos supimos que Zuluaga fue el más brillante ministro de Uribe. Fue una sorpresa porque, hasta donde sabíamos, Uribe jamás tuvo ministros. Los asuntos del gobierno los resolvió siempre personalmente. Como en la convención, donde se ocupó de todo, desde los emparedados hasta los resortes secretos de la elección. Pero Zuluaga no es, como afirman los maledicentes, un pelele de Uribe. Lo demostró rechazando la inclusión del consiglieri de Pablo Escobar en la lista del Centro Democrático para el Senado. Zuluaga estaba indignado de pies a corbata. «Se demoró un poco en repudiar a José Obdulio», dicen los maledicentes –once años, para ser exactos– y sugieren que él, Zuluaga, tenía su propio candidato para el noveno renglón del Senado. ¡Canallas! Pacho Santos salió en las fotos haciendo pucheros. Aunque tenía presentimientos fatales, abrigaba también una luz de esperanza. «Imposible que elijan a este bagre», pensaba. Cuando se anunció el resultado de la votación, sus delegados protestaron y exigieron ver las actas pero Echeverry los paró en seco con la disciplina para perros que se estila en esa tolda. «No le voy a mostrar nada a nadie», dijo. Y punto. Aunque parezca arrogante, es una posición coherente con el marcial estilo del movimiento. Además, nadie en su sano juicio pretenderá que un señor que mira la Constitución como un compendio de articulitos, se tome en serio el reclamo de un delegado de Soacha ni las pataletas de un señorito de la capital.La suerte de Pacho me produce un enorme frescor, lo reconozco. ¡Qué bien que el caudillo haya respondido con puntapiés sus meneítos de cola! Y qué esperaba, don Pacho, ¡a un Uribe no lo santifican dos veces!Nadie en su sano juicio da un peso por la suerte de Zuluaga en los comicios de mayo. Y en marzo, las listas del Centro Democrático estarán lejos de la utopía de los tres millones de votos, una cifra que no ha alcanzado ningún partido en la historia del país, ni siquiera la U en el 2010, con Uribe en la presidencia y el viento de la maquinaria a su favor.Pero ojalá les vaya bien. El Centro Democrático puede ser un contrapeso saludable frente al unanimismo de la Unidad Nacional. Uno quisiera ver el delicado rol de la oposición en mejores manos, pero qué le vamos a hacer. Eso es lo que hay.