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Ella

El 17 de diciembre El País registró el emplazamiento de Ella en el round point del aeropuerto de Palmaseca.

22 de enero de 2020 Por: Julio César Londoño

El 17 de diciembre El País registró el emplazamiento de Ella en el round point del aeropuerto de Palmaseca. Es una escultura en bronce, su autora es María Fernanda Cuartas, le costó $400 millones al departamento del Valle, pesa una tonelada, tiene cuatro metros de altura y su pedestal dos. Es una mujer sentada con desparpajo. Su rostro no tiene facciones, el cuerpo es dorado y luce un vestido rojo de tiritas (la tira izquierda está sensualmente caída sobre el brazo). Ella tiene un zapato rojo; el otro pie está descalzo y escorzado. Cuartas dice que es una homenaje a la mujer.

La primera protesta vino de Betsimar Sepúlveda. La poeta le dijo a Arcadia que era injurioso representar a la mujer con una escultura-maniquí, volver a mirarla como objeto decorativo, y lanzó en redes una campaña para que la escultura fuera retirada del lugar. En solo dos días, miles de personas respaldaron la posición de la poeta. Los más agresivos consideraron que Ella tenía aires de trabajadora sexual.

Cuartas se mantuvo en que Ella representaba a la mujer en general, “joven, trabajadora, madre, procreadora, cabeza de hogar, amante, valiente”.

Luego se supo que Ella era en realidad Raquel, una trabajadora sexual que le había inspirado a la escultora otros trabajos, entre ellos un cuadro de una mujer idéntica a Ella: dorada, descalza, despernancada, vestido rojo, tirita caída... O sea que Ella es un refrito que la hábil escultora le metió a la Gobernación del Valle, o una muchacha pujante, Raquel, que pasó de meretriz a símbolo de la mujer. Un ejemplar caso de superación.

A Beatriz Monsalve le parece muy loable que se les erija una escultura a las putas, una profesión plena de historia, picaresca y poesía, pero propone que Ella sea rebautizada, ‘Monumento a las putas’, por ejemplo, y emplazada en otro lugar, no en la puerta de entrada al Valle del Cauca. En suma, que no le hagan conejo a Raquel.

Miguel González considera que Ella es una obra oportunista que surfea sobre la exitosa ola del “género”; que Cuartas es una señora que se mueve muy bien en los círculos políticos y que es ampliamente desconocida en los círculos artísticos.

Yo conocí a Ella el domingo. El torso es hombruno, la cabeza extraterrestre, las proporciones fatales, los acabados toscos. Los ángulos laterales y posteriores, deplorables. Pero lo peor es el escorzo del pie descalzo: visto de frente parece un muñón, sensación agravada por el gigantesco zapato del otro pie.

En las entrevistas, resulta evidente que Cuartas tiene serias limitaciones intelectuales. Y hasta verbales. Menciona la palabra “semiótica” pero es incapaz de incluirla en una frase. Una escultura suya trae este curioso galimatías: “Nací para ser habitada, no para que me habiten” (¿!). Dice tener proyectos con la Unesco y el MoMa, pero las búsquedas en Internet no arrojan ningún resultado.

Resumiendo, Ella tiene serios problemas de ejecución, concepto, título, curaduría y localización, pero su autora es habilísima para los negocios. ¡No es una buena escultora pero es toda una artista!

¿Por qué ha causado tanta polémica esta escultura? Porque el movimiento social más importante de los últimos tiempos es el feminismo. Hoy por hoy, es un fenómeno inteligente y dinámico. Todo lo que tiene relación con la mujer está sometido a un escrutinio riguroso, y la sociedad no va a permitir que un monumento destinado a honrarla vuelva a tasarla como un objeto de placer o decorativo o reproductivo.

Sigue en Twitter @JulioCLondono