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El pérfido Rangel

Las columnas de Alfredo Rangel eran una buena opción para el que...

20 de junio de 2013 Por: Julio César Londoño

Las columnas de Alfredo Rangel eran una buena opción para el que quisiera conocer los mejores argumentos de la derecha en un debate determinado. Su observatorio del conflicto, sus archivos, su equipo, sus contactos y su inteligencia eran inmejorables.Pero de unos años para acá Rangel empezó a vociferar para la galería. En la dura polarización que vivió el país en la ‘era Uribe’, se contagió del estilo incendiario del caudillo, de José Obdulio y Fernando Londoño, y perdió el pulso. El columnista tiene derecho a tomar partido, pero también debe tener un mínimo de equilibrio. O aparentarlo. El general (r) Álvaro Valencia Tovar y, en la otra orilla, León Valencia, por ejemplo, son analistas que se han ganado el respeto de la opinión porque aprendieron a escribir sin odio.La columna más reciente de Rangel superó sus propias marcas. Se llama El puntillazo final y gira en torno a la idea de que la ley del fuero militar que acaba de aprobar el Senado es una bofetada para las Fuerzas Armadas. Todos sus ‘argumentos’ son caricaturas o clichés, un estilo buenísimo para Twitter y la plaza pública pero deplorable cuando lo utilizan los que tienen, como él, la tarea de persuadir al sector más informado de la población. Miren estas perlas: “En adelante, la Justicia Penal Militar solamente se encargará de juzgar al centinela que se duerme en la guardia, o al soldado que deserta de las filas”.“Las condecoraciones por orden público de los militares son consideradas por los jueces civiles indicios de un comportamiento criminal”.“Uno de los dos magistrados que condenaron al general Plazas Vega fue candidato del Polo en el Huila”. (¿?)“Es fácil constatar que durante décadas ha sido el Partido Comunista el que tiene las mayorías en Asonal Judicial, el sindicato que agrupa a jueces y fiscales”.“La reforma les quedó muy bonita… para un país como Suecia o Dinamarca”.“Prácticamente ningún ejército del mundo tiene un fuero militar cuyo alcance sea tan limitado como el que tendrá ahora el Ejército colombiano”. (Se le abona el rubor del “prácticamente”).Gabelas magníficas para las FFAA, como La creación del Tribunal de Garantías Penales, el polémico artículo 10 (“blanco legítimo”) y la independencia de la Justicia Penal Militar, no le merecen comentario a Rangel.¿Para quién escribe Rangel? Obviamente, no se dirige a la cúpula de las FFAA, que anda feliz con ese fuerísimo, ni a la intelectualidad colombiana, que no se tragará sus burdos argumentos. Rangel escribe para esa masa variopinta que no puede hacer una lectura crítica de un tema complejo como este, es decir, el 90% de la población. Es una columna de campaña rastrera, inscrita en ese guión fantástico donde Santos es comunista, terrorista, chavista y farquista. Está dirigida a los incautos, que en Colombia son millones y se encuentran en todas las clases sociales e incluso en altas posiciones, señores que saben mucho de su negocito y nada más. Apunta, con perfidia, a exacerbar los más bajos instintos de la población, esos que nos tienen condenados a una guerra larga, costosa y cruel. Lo más preocupante es que en esas andan muchas eminencias grises del país. Van por el poder, y torpedear los diálogos de La Habana es su objetivo inmediato. Las Farc, todo hay que decirlo, les colaboran bastante.