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Desde la tierra de Jattin

Coger el placer por la cola y echárselo al bolsillo es un viejo sueño de la especie. Esta empresa nos obsesiona hasta el punto de que no nos damos cuenta de que la vida puede ser la suma de los pequeños milagros que suceden a cada instante en nuestras narices.

27 de junio de 2018 Por: Julio César Londoño

“Pequeños animales muertos encontré en mi casa al despertar esta mañana.

“Ofrendas de gato/ accidentes nocturnos/ vuelos desafortunados/ dejan pequeños cuerpos muertos en el piso.

“Un olor penetrante a orina invade la sala/ y en el jardín mis plantas tienen el color pálido de una semana sin agua en la raíz./ ¿Qué torbellino del tiempo pasó por aquí mientras dormía?”.

Coger el placer por la cola y echárselo al bolsillo es un viejo sueño de la especie. Esta empresa nos obsesiona hasta el punto de que no nos damos cuenta de que la vida puede ser la suma de los pequeños milagros que suceden a cada instante en nuestras narices.

Irina Henríquez lo sabe. Esta mujer sanjuanera, nacida en los Montes de María, nos trae una poesía capaz de pararnos en el filo de un sueño, de un risco o del miedo, y de aventarnos al vacío como pájaros de cautiverio, esas que saben cantar pero no saben volar.

“Se posa en la rama/ y la rama ignora si es viento/ o pata de pájaro su roce./ Vuela/ y el viento ignora si es rama/ o ala herida su vuelo./ Cae y no hay rama o viento/ que detengan su doloroso encuentro con la tierra”.

Quizás por eso Irina (como Raúl Zurita, como tantos, como todos) es una mujer expulsada del Paraíso y se han dedicado a vivir, a herida abierta, “con el corazón latiendo a la intemperie”, todo cuanto le ha sido dado y todo lo que le ha sido negado.

Las imágenes que esta mujer nos entrega las ha traído a cuestas. Las escribe porque ha aprendido a escuchar como un boga el lenguaje del Sinú y el celaje dramático de la ciénaga de Oro.

Nos habla de la concavidad de la luna sobre el río y sentimos que ella es una sola con el agua, con la luna y con su propio reflejo. No teme que la corriente la desdibuje: “Ahora/ todos los astros/ se miran en el espejo del río/ he sido hipnotizada por el doble de la luna/ y por la visión de mi amante/ que se marcha/ en la serpiente cobriza de mis sueños”.

Irina Henríquez sabe trabajar la poesía en otros géneros. Ha producido los cortometrajes ‘Tierra Escarlata’, ‘Genaro’ y ‘Elena’. De estas producciones, y sobre su trabajo como poeta y directora del Taller Literario ‘Manuel Zapata Olivella’ de la Universidad de Córdoba, nos hablará mañana en la noche.

Con las escritoras Lena Reza, Beatriz Vanegas Athías y otras mujeres imprescindibles, organiza el ‘Festival internacional de poesía de mujeres de Cereté’, un aquelarre cósmico que reúne a muchas de las poetas más vigorosas de todos los pueblos del mundo.

La cita con esta poeta que viene de la tierra de los mangos de Raúl Gómez Jattin la hace Betsimar Sepúlveda desde el Teatro Esquina Latina, mañana viernes a las 7:30 de la noche. La entrada es libre y el aporte voluntario.

P.D.: Están abiertas las inscripciones para el Taller de Escritura Creativa Comfandi, un centro de pensamiento con énfasis en literatura: cuento, crítica, crónica, poesía y ensayo de divulgación. Cinco géneros y muchos objetivos: aprovechar las posibilidades de ese poderoso instrumento que nos tocó en suerte, la lengua española; reflexionar sobre las amenazas que se ciernen sobre la ciudad y sobre el bosque; “convertir el ultraje de los años en una música, un rumor y un símbolo”; tratar de entender por qué estamos tan desinformados en pleno apogeo de la informática; erigir una barricada de palabras ante el avance de las hordas de los bárbaros, y demostrar que, como dijo Monterroso, en literatura no hay nada escrito.

j-clondonos@hotmail.com


Sigue en Twitter @JulioCLondono