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Una sociedad que construye confianza

La pandemia nos ha mostrado, con dolor, que si no pensamos de manera colectiva no superaremos la crisis. Nada más egoísta que la actitud negacionista, el rechazo a las vacunas y el descuido con los protocolos de algunos.

6 de agosto de 2021 Por: Julián Domínguez Rivera

Pocos momentos como el actual para reflexionar sobre nuestro papel como individuos en esta sociedad que a diario nos impone enormes desafíos, pero también grandes oportunidades para avanzar hacia eso que tanto buscamos: mayor convivencia y desarrollo.

La pandemia nos ha mostrado, con dolor, que si no pensamos de manera colectiva no superaremos la crisis. Nada más egoísta que la actitud negacionista, el rechazo a las vacunas y el descuido con los protocolos de algunos.

Por su parte, los efectos del paro nacional han puesto en primer plano dos temas que se contraponen: el primero, que hay que hacer muchísimo más por cerrar las brechas que afectan a los jóvenes, las mujeres y la población vulnerable para avanzar de manera más acelerada en su inclusión socioeconómica.

El segundo, que dejó en evidencia la estrategia de quienes a estas alturas todavía creen que destruyendo construyen. Son sectores que por años han apostado a la desestabilización con fines políticos, tácticas que hablan de su anquilosada ideología que, paradójicamente, quieren presentar como alternativa de futuro para el país. Pareciera que no tienen más plataformas que acabar el desarrollo que nuestra sociedad con mucho esfuerzo ha alcanzado, aprovechándose de manera oportunista del descontento social como su ‘Caballo de Troya’.

Destruir confianza en el país y sus instituciones nos arrojará al abismo de nuestra nación vecina, que ha retrocedido de manera terrible en su desarrollo, mientras su grupo dirigente goza del poder absoluto, la riqueza y el bienestar que le arrebataron a su población.

Sin duda, preservar el diálogo democrático, como lo dijo Gustavo Duncan en reciente columna, debe ser el gran objetivo del país. Para ello, el valor fundamental en el que debemos insistir es en construir confianza e impedir que discursos efectistas bloqueen la mirada de lo que hemos alcanzado gracias al valioso capital humano de nuestro país. Sin desconocer que son muchas las tareas pendientes, será más lo que podremos avanzar si continuamos por la senda juiciosa que han transitado naciones que cuentan con un mayor estado de bienestar y crecimiento.

Respetando la libertad de empresa para generar ingresos y bienestar a los colombianos en un país donde el 98% de su sector empresarial son micros y pequeñas empresas.

Mejorando las condiciones para generar empleo formal y no debilitándolas con medidas populistas.

Fomentando el emprendimiento, la innovación y la transformación digital que son plataforma clave para la población joven.

Protegiendo por encima de todo la sostenibilidad de las finanzas públicas como base firme del desarrollo que necesitamos impulsar.

Respetando y fortaleciendo las instituciones, porque como lo dijo John Locke, citado por Daron Acemoglu y James A. Robinson en su libro ‘El Pasillo Estrecho’: “Donde no hay ley no hay libertad”. Para los autores, ese pasillo estrecho hacia la libertad es donde el Estado y la sociedad se equilibran mutuamente.

Y, por ello, respetando al otro en su diferencia para que la polarización no siga oscureciendo nuestro presente y ese futuro al que no podemos nunca renunciar.

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