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Políticas para agregar valor

Quizá el principal asunto que gravita sobre nuestra sociedad es el empleo y los ingresos de millones de colombianos.

18 de septiembre de 2020 Por: Julián Domínguez Rivera

Quizá el principal asunto que gravita sobre nuestra sociedad es el empleo y los ingresos de millones de colombianos, sobre todo el de las mujeres y los jóvenes, los más golpeados en esta crisis avasalladora que ha traído la pandemia y dejado en evidencia un asunto estructural: la necesidad de que estos grupos de la población profundicen sus habilidades para competir de una manera más efectiva en el mundo laboral junto con la implementación de políticas laborales y de equidad que impulsen su potencial.

El mercado laboral se comporta de una forma muy parecida a la dinámica empresarial: la supervivencia de las empresas no depende exclusivamente de los beneficios que se brinden a los pequeños empresarios sino de la capacidad que tengan de competir efectivamente a través de una mayor productividad.

En este orden de ideas, hay unas habilidades laborales que están siendo demandadas, pero no las estamos supliendo con la agilidad que se requiere. Una muestra es la escasez de ingenieros civiles para las obras de infraestructura o en otros campos de la ingeniería.

O el problema crítico que tenemos con el bilingüismo porque la capacidad que tenga el país de hacer una gran readaptación, como lo hicieron en su momento Corea del Sur y Singapur, hacia tener personas bilingües va a ser fundamental.

Y esas nuevas habilidades que requiere el mundo actual, que es el de la cuarta revolución industrial, el digital y el de la electrónica, demandan la profundización de competencias en nuestro capital humano para que debamos no acudir a profesionales foráneos.

Es el caso de las aplicaciones que están revolucionando la forma como adquirimos productos y servicios, en donde se requiere que mayor protagonismo en desarrollos que puedan hacer más fácil la vida de la gente, dados los grandes atributos que tienen mujeres y jóvenes: sensibilidad, empatía, inventiva y capacidad de ver nuevas oportunidades en nichos no tradicionales.

En el caso de las mujeres, se requieren además condiciones que faciliten que su desarrollo profesional se apuntale en armonía con el importante rol que desempeñan en sus familias a través de políticas de género en todas las empresas, sin importar su tamaño, para que la cultura empresarial en nuestro país esté a tono con prácticas globales de equidad que, sin duda, generarán mayor crecimiento no solo a nuestras empresas sino a nuestro país.

En este sentido, la prioridad que debemos enfrentar es modernizar nuestra legislación laboral para que esté acorde con las nuevas necesidades del mercado. La distonía que existe entre la oferta y demanda laboral obedece a la necesidad de una mayor pertinencia en la formación, pero se requiere también que la legislación favorezca la formalización dado que el 60% de las personas que ejercen una actividad laboral lo hace desde la informalidad.

Lo anterior se logrará con soluciones estructurales y que agreguen valor, no con iniciativas que debiliten a unos sectores que trabajan por el fortalecimiento empresarial, con la consecuencia de que el problema del desempleo se siga profundizando.

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