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Más pesimismo que crisis

¿A quién conviene la narrativa de crisis? Salvo a algunos con intereses políticos, a ningún colombiano, porque el peor juego que podemos jugar es el de la división.

14 de diciembre de 2018 Por: Julián Domínguez Rivera

En la reciente edición de la revista Semana, en su artículo central, hay una frase que resume muy bien lo que viene ocurriendo en Colombia: “En el fondo en el país hay más pesimismo que crisis”. Y la destaco porque refleja lo que ha sido el ánimo colectivo no sólo en el inicio del gobierno del presidente Iván Duque, sino en épocas recientes.

No cabe duda de que el país enfrenta grandes retos en su agenda inmediata, entre los principales, fortalecer la confianza, adelantar la agenda legislativa y consolidar las voluntades de todos los estamentos en la lucha contra la corrupción. Pero es justo destacar que se viene haciendo la tarea en asuntos estructurales y que han mejorado las condiciones de crecimiento.

¿A quién conviene la narrativa de crisis? Salvo a algunos con intereses políticos, a ningún colombiano, porque el peor juego que podemos jugar es el de la división.

En este marco, no se pueden desconocer los importantes los frutos que generará para Colombia el programa de gobierno del presidente Duque, en donde ha planteado acciones de fondo en temas trascendentes como la legalidad, el emprendimiento y darle al sector empresarial la relevancia que tiene como motor de desarrollo.

Ha apostado, también, a tener a los mejores en su gabinete, por encima de cálculos políticos, porque el país necesita a las personas más calificadas al frente de sus asuntos más importantes.

El cambio de calendario debe ser propicio para que todos los sectores trabajemos en los consensos necesarios para que el país saque adelante sus temas prioritarios. Por esto, en esta época del año que es propicia para los balances, me inclino por señalar retos urgentes, dado que no hay más tiempo que perder.

La coyuntura fiscal es especialmente compleja y no será fácil alcanzar el equilibrio con la ley de financiamiento que actualmente cursa en el legislativo, que tiene grandes bondades como el régimen simplificado de tributación para las pequeñas empresas, que promoverá la formalización empresarial y laboral, la disminución del costo fiscal para la inversión y la posibilidad del descuento del 100 % del IVA de bienes de capital, entre otros.

Nos agobia la crisis de Venezuela, agudizada ahora con los ejercicios militares del vecino país con el gobierno ruso. Se requiere un plan de trabajo integral para las zonas de frontera para conjurar la alta informalidad e ilegalidad, que afecta a los empresarios legalmente establecidos, y de atención a la población migrante. Para ello es necesario que exista en el Gobierno un ente único articulador para atender la crisis fronteriza.

Es fundamental la articulación entre las instancias de Gobierno y las regiones, porque la descentralización genera responsabilidades muy altas de municipios y departamentos, pero no las capacidades técnicas para asumirlas. El país pierde muchísimo en recursos y efectividad por la manera aislada y, en ocasiones redundante, de trabajar por parte de ministerios y demás entidades públicas. Aumentando su articulación, el Gobierno podrá ser el primer agente para hacer efectiva la regionalización.

Y, por último, el gran reto es cuidar la narrativa de país. Una de las mejores acciones con las que podemos iniciar este propósito nacional es rechazar los discursos ‘polarizantes’ y darle paso a nuevas visiones que nos generen bienestar, basadas en la coherencia y el respeto por el otro, para construir sobre la grandeza. Nada menos se merecen Colombia y sus futuras generaciones.

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