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¿Cómo es posible?

Golpean bastante nuestra conciencia dos hechos que ocurrieron esta semana en el país, el reflejo de muchos más que pasan todos los días en contra de las mujeres, y que llevan a preguntarnos por la ‘salud’ de una sociedad que no las protege y valora como es su obligación.

28 de julio de 2017 Por: Julián Domínguez Rivera

Golpean bastante nuestra conciencia dos hechos que ocurrieron esta semana en el país, el reflejo de muchos más que pasan todos los días en contra de las mujeres, y que llevan a preguntarnos por la ‘salud’ de una sociedad que no las protege y valora como es su obligación.

De un lado, Luz Stella Forero se declara aterrorizada debido a que, por una absurda ineficiencia de la Justicia, salió en libertad su exmarido sin cumplir los 45 años de su condena, pese a que asesinó a puñaladas a sus dos hijas y estuvo a punto de hacer lo mismo con ella. Teme que en cualquier momento vuelva a atentar contra su vida. “Cómo es posible que a un señor que asesinó a sus propias hijas, de 15 y 10 años e intentó asesinarme a mí, le resuelvan su libertad en menos de un mes y que a mí la ley no me proteja”, manifestó Luz Stella a los medios de comunicación.

De otro lado, aunque con final más auspicioso, la magistrada Stella Conto narró que, tras años de maltrato sicológico y económico de su exmarido por haber ella tomado la decisión de divorciarse, y padecer el calvario de una Justicia que no protegía sus derechos, por fin la Corte Suprema falla a su favor y ordena que se repare el daño sufrido y crea una jurisprudencia aplicada a todos los casos de maltrato del país. ¿Era necesario un desgaste de tantos años para que los jueces reconocieran sus derechos y aceptarán que debe ser reparada? “Estoy convencida y así lo he venido sosteniendo que el maltrato no se concilia, el maltrato se sanciona”, afirma con toda razón la magistrada.

Infortunadamente, los casos de las dos Stellas no son la excepción, son frecuentes las situaciones en que la mujer colombiana es víctima de violencia de género y discriminación de todo tipo. Y no es cualquier cosa lo que ocurre, porque además de lo inaceptable en términos de derechos de la mujer, es una de las causas profundas de la desigualdad y el atraso de nuestro país.

Una discriminación que también toca a las empresas, ya sean públicas o privadas. El Espectador publicó un informe sobre un ranking de Equidad de Género elaborado por la firma consultora Aequales, cuyo propósito es medir las condiciones de equidad para hombres y mujeres en empresas y entidades públicas. Las empresas nacionales no alcanzan a figurar en los 10 primeros lugares, que son ocupados por firmas extranjeras, y sólo el 32 % de las empresas privadas y el 18 % de las entidades públicas colombianas cuenta con una política de equidad de género y/o diversidad. Lo peor, es que muchas veces se niega que esto sea una realidad. La firma consultora dice que “una empresa puede ser hasta un 26 % más rentable si tiene mujeres en posiciones de liderazgo, y eso a su vez se refleja en otros índices. Por ejemplo, se reduce la corrupción”.

Porque así duela reconocerlo, la nuestra sigue siendo una cultura machista y poco sensible con la mujer. Y no se trata de tratarlas de ‘pobrecitas’ o elevarlas a posiciones importantes sólo por el hecho de ser mujeres. Se trata de no poner obstáculos en su camino profesional, no infravalorar sus condiciones de liderazgo, respetar sus derechos y protegerlas de la violencia de género. No hay sociedad que se precie de civilizada y tenga discursos creíbles sobre sus metas de desarrollo, mientras mata o discrimina a sus mujeres, sólo por serlo. Hay que entender que estas conductas nos afectan a todos, sin excepción.

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