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Econovida

Si hay un momento en que la inteligencia y la capacidad de supervivencia del ser humano está siendo desafiado es este.

12 de abril de 2020 Por: Juan Esteban Ángel

Entre todas las disyuntivas a las que el Covid-19 nos ha enfrentado, resuena entre muchas una aparentemente difícil de dirimir: privilegiar la economía o la vida.

Sin embargo, nos enfrentamos a un dilema que no puede resolverse escogiendo un lado, como si se tratara de una discusión maniquea. La economía tiene sentido en función de la vida. Tampoco podemos caer en la satanización de la economía, sin entender que esta es parte de la vida misma y la hace posible. La economía es, en esencia, acción humana.

Por tanto, la apuesta debe ser por la ‘econovida’: por privilegiar la vida, manteniendo viva la economía.

Es el ser humano el punto de partida para cualquier análisis o evaluación de la racionalidad económica. La realidad es que por más golpeada que resulte, la economía podrá recuperarse, con las medidas políticas, sociales, financieras, los cambios culturales y los esfuerzos públicos y privados pertinentes. Estando sanos y vivos será la única forma en que podamos mantener también viva la economía.

Nadie está realmente preparado para comprender la magnitud del fenómeno que tenemos en frente y menos para brindar todas las respuestas. Un evento como esta pandemia no se veía desde hace exactamente un siglo, en una sociedad en nada parecida a la actual.

Si hay un momento en que la inteligencia y la capacidad de supervivencia del ser humano está siendo desafiado es este. Hoy no estamos en la carrera por el más fuerte, ni siquiera por el más apto, todos somos vulnerables. Los criterios de riqueza, poder y liderazgo están siendo redefinidos, y prevalecerán los actores y organizaciones que tengan la capacidad de generar confianza y de equilibrar la creación de valor con profundo sentido social.

Ante la pandemia del Covid-19 Colombia ha tomado las medidas gubernamentales más sensatas y acertadas que podemos tener, en medio de un escenario lleno de incertidumbre, las cuales buscan que no colapse el sistema de salud. Hay un importante esfuerzo desde lo social, soportado desde el Estado, la empresa privada y así como un despliegue de estrategias financieras a todo nivel. Debemos entender que en esto estamos todos, enfocados juntos en el mismo propósito: lograr que nuestro país, las organizaciones que lo sustentan, y las personas que lo habitamos salgamos bien y fortalecidos de esta situación.

Ahora debemos atender la protección de la vida y sus necesidades inherentes. Los efectos macro los tenemos que afrontar también, a su medida. El ministro Carrasquilla afirmó que fruto de la cuarentena el país dejaría de producir alrededor de $100 billones. Inyectarle liquidez a la economía debe ser un imperativo. Además de encontrar mecanismos de apoyo a la pequeña y mediana empresa. Aquí ya hay avances por parte del Gobierno. La gran preocupación es encontrar medidas que aligeren la presión por recursos que permitan proteger las empresas y que estas puedan mantener los empleos y pagar cuentas. Unido a la inyección de liquidez planteada, bajar aún más, las tasas de interés por parte del Banco de la República, puede ayudar. La capacidad fiscal nos obliga a salirnos de la ortodoxia macroeconómica, por lo que debemos encontrar mecanismos para suplir dicho impacto y para que cuando, la salud lo permita, el aterrizaje de la economía no sea tan forzoso.

Para eso necesitamos que estas dos palabras, economía y vida, sigan unidas más que nunca, bajo la premisa que la cooperación nos hará más fuertes.

Sigue en Twitter @Juanes_angel