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Acción de gracias

Aprovecho para agradecer por mi familia; por mi trabajo; por mis amigos; por todos aquellos que me han hecho crecer como persona; por lo momentos difíciles que me han enseñado la humildad y por los felices que han sido el combustible para seguir en el camino.

26 de noviembre de 2021 Por: Juan Esteban Ángel

Cada año, el cuarto jueves de noviembre, los estadounidenses celebran el ‘Thanksgiving’ o Acción de Gracias, día en el que las familias se unen alrededor de la mesa para agradecer. Se sabe, de hecho, que la celebración nació gracias a un grupo de peregrinos ingleses que llegaron a Norteamérica en búsqueda de la libertad religiosa. Luego de que sufrieran dificultades para su subsistencia, en el otoño de 1621 tuvieron una buena cosecha y en gratitud con los nativos americanos por sus enseñanzas sobre cultivos, caza y pesca, compartieron una comida juntos.

Más allá de adoptar celebraciones foráneas o del propósito comercial que hoy pueden tener estas, la gratitud es un sentimiento humano que traspasa fronteras, culturas y razas. Dar gracias debería ser un hábito individual y colectivo, y un valor incorporado en nuestra cotidianidad.

En general, no le damos importancia al acto de agradecer y tendemos a centrar nuestra atención en lo que carecemos, olvidándonos del valor de todo lo que nos rodea.

Está comprobado científicamente que la gratitud está asociada a la felicidad, a una mejora en la estructura molecular del cerebro y en nuestra salud física y mental. Los expertos afirman que pensar con gratitud nos ayuda a descubrir los aspectos positivos de la vida, a reducir las emociones negativas, a reforzar nuestra autoestima, a afrontar mejor la ansiedad y el estrés, y a fortalecer nuestras relaciones interpersonales.

Es cierto que atravesamos una época compleja y de grandes retos. Pero no se trata de negar los hechos sino de entenderlos y aprender para fortalecer nuestra capacidad de ser resilientes, enfocándonos en todas las razones por las que podemos estar agradecidos y las cuales nos permiten mantener viva la esperanza, aún en medio de las dificultades.
Percibir la vida como un regalo que se nos ha dado; la salud, la libertad, la familia y los amigos como el tesoro más preciado y valorarnos a nosotros mismos por cómo somos, por nuestro esfuerzo, valentía, perseverancia y lo que hemos conseguido. Se trata de apreciar la vida en sí misma y lo que viene con ella.

La gratitud es hermana de la solidaridad y de la bondad, tres valores que debemos cultivar y dejar florecer no solo en días de celebración, sino entenderlos y practicarlos como una forma de vida. Los años recientes nos han recordado la fragilidad de la vida y lo repentinos que pueden ser los cambios. El carácter pasajero de la vida y todo lo que ella contiene nos hace entender que cualquier día es el mejor para sentir el agradecimiento y para expresarlo.

El reto es agradecer no solo cuando tenemos motivos de felicidad, sino también cuando experimentamos dolor, pues todo nos enseña. Muchas veces los mejores regalos vienen mal envueltos.

Así como ejercitamos nuestro cuerpo o alimentamos nuestra mente de conocimiento, debemos ejercer la gratitud como un hábito para el espíritu, aceptando el momento presente aquí y ahora, dejando atrás y soltando el pasado, confiando que el futuro estará lleno de cosas buenas; todo esto como llaves maestras que harán manifestar lo mejor en nuestra vida cada día.

Que la gratitud sea eso que ayude a diluir la queja y a entender que no es más feliz el que más tiene, sino el que menos necesita.

Aprovecho para agradecer por mi familia; por mi trabajo; por mis amigos; por todos aquellos que me han hecho crecer como persona; por lo momentos difíciles que me han enseñado la humildad y por los felices que han sido el combustible para seguir en el camino. Gracias a Dios por todo y por tanto.
Sigue en Twitter @Juanes_angel