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Si yo fuera millonario (2)

¿Qué más puedo hacer con tan fastuosa fortuna? Dice Borges en su...

5 de abril de 2016 Por: Jotamario Arbeláez

¿Qué más puedo hacer con tan fastuosa fortuna? Dice Borges en su libro sobre el budismo que no se puede hacer caridad, porque las buenas acciones propician nuevas reencarnaciones, y el objetivo es aniquilar el samsara, alcanzar el nirvana, apagarse en la luz. Por lo tanto haría más bien el recuento de lo que pasó con los proyectos revolucionarios del movimiento nadaísta en el cual he militado por 50 años, a ver si todavía es tiempo de aplicarles un correctivo. Pues cantamos como si fueran guerreros homéricos a quienes interpretaban al guerrillero heroico que luchaba por el hombre nuevo. Esa lucha se salió de su cauce y ahora lo que tenemos es a un ejército de informales custodiando piquetes de secuestrados que a la vez les sirven de escudo. Y como suele suceder que los remedios sean peores que la enfermedad, apareció el paramilitarismo para combatirlos y contrarrestarlos, cometiendo las mismas y peores barbaridades. Hay que reconocer que nuestros cánticos eran malos con toda la gana, con la notable excepción de la Mula revolucionaria, de Pablus Gallinazo, que terminó en la paila de los insurrectos. Delante de los Cuerpos de Paz de la Alianza para el Progreso hicimos la apología de la marihuana como yerba bendita que conducía al misticismo y la sanación, y estos jóvenes se llevaron nuestros cultivos, se enviciaron, se pasaron a la ‘perica’, y así dieron origen al narcotráfico y sus perversas secuelas. Propiciamos el amor libre, la prostitución callejera, los bajos instintos y el cultivo de todo tipo de aberraciones sexuales, y de la cola de los libérrimos saltó el Sida, peste del siglo. La propia realidad se encargó de satanizar nuestros bienaventurados propósitos.Ahora, con un poco más de conciencia y unos puntos de trascendencia, optaría por aplicar a mi anónima fortuna usos más intrépidos, con el fin de contrarrestar los errores en los que de buena fe concurrimos. Desplegaría una intensa campaña universal en pro de la legalización de la droga, con el fin de evitar los crímenes y vindictas del narcotráfico, la compra de armas, la financiación de gobiernos y la lavativa de activos. Como la mayor parte de las drogas heroicas son medicinales, propondría que científicos de la Universidad Nacional pesquisaran sus cualidades curativas (“El cigarrillo produce cáncer y la marihuana lo cura”) y produjeran los fármacos correspondientes como drogas genéricas.Como he recibido con espanto la información de que el Sida fue un virus desarrollado en laboratorios norteamericanos con base en antiguos experimentos nazis, con el fin de minar la población negra del mundo (para ocultar la responsabilidad propagaron la mendaz especie de que tal plaga se habría generado en el continente negro cuando los afros se comieron unos micos envenenados), encargaré este nuevo caso de crimen de lesa humanidad al juez Garzón para que procese al Pentágono. Y financiaré el descubrimiento y producción del antídoto y la vacuna para este vergonzoso flagelo que ya ha cobrado 20 millones de víctimas, tratamiento que sería entregado gratis a todos los actuales pacientes. Con mis restos estableceré una editorial que lance por el mundo las cincuenta obras inéditas de los nadaístas vivos y muertos que reposan en los archivos, para acabar de confirmar la validez del eslogan con que se lanzaron esos muchachos en los sesenta: “Somos geniales, locos y peligrosos”. Cuando me encuentre ya exhausto y sin un centavo, regresaré en busca de mi cónyuge -que espero me acoja-, quien no solo no habrá dilapidado la fabulosa fortuna con que la despedí años antes, sino que la habrá puesto a producir más. Y con toda humildad me someteré, como en mis tiempos mejores, a vivir del milagro y de la señora.

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