El pais
SUSCRÍBETE

Si estuviera viva Marilyn Monroe (1)

“¿Que qué hubiera hecho si hubiera sobrevivido? Voy a decírtelo. Habría obligado a Edward a casarse conmigo a cambio de no divulgarlo. Ello le habría conllevado a ser el presidente de Estados Unidos y yo, la primera dama”.

28 de septiembre de 2020 Por: Jotamario Arbeláez

“¿Que qué hubiera hecho si hubiera sobrevivido? Voy a decírtelo. Habría obligado a Edward a casarse conmigo a cambio de no divulgarlo. Ello le habría conllevado a ser el presidente de Estados Unidos y yo, la primera dama”.

Si he amado a una mujer por sobre todas las cosas y sobre todas las otras ha sido por 53 años a Norma Jeane Baker, conocida en toda la tierra con el nombre de Marilyn Monroe. No me perdí ninguna de sus películas, y cada vez que desde la pantalla panorámica me clavaba la mirada yo le clavaba la mía. Tuve noticia de su muerte cuando hacía el amor loco con mi primera conquista, y fue como si el arquetipo de la mujer se hubiera esfumado.

El 5 de agosto del año siguiente, del 63, en el suplemento del diario El Expreso, que dirigía, publiqué unos poemas a ella consagrados, entre ellos la ‘Oración por Marilyn Monroe’, del poeta sacerdote Ernesto Cardenal. Para presentarlos escribí la nota periodística ‘Los inadaptados no te olvidamos, Marilyn’, que resultó mi poema más celebrado. Así me siguió pasando con algunas de mis notas de prensa. Fue tal la mitomanía que me generó esta pasión platónica que llegué a contarles a mis hijos que ella había sido mi amante, referenciándoles un montaje juguetón que me fabricó mi confidente Juan Domingo Guzmán, que ellos divulgaron en su Jardín. Pero ni los chiquillos se dejan ya engañar por las fábulas y quedé ante ellos como un verdadero farsante de kínder.

Cuando recibí una invitación a escribir sobre lo que hipotéticamente hubiera pasado de no haber muerto ‘La Diosa’, me pareció imposible hacer llegar mi imaginación a ese punto, entre otras cosas, porque si no hubiera muerto habría desaparecido, como lo hizo Brigitte Bardot, el otro símbolo sexual de la época que encalleció nuestras palmas.

Pero no podía fallarle a la revista que un día me llenó de pelo y de lana.
Así que me acordé de mis amigos los socios del Club de Arriba, los que me pusieron en contacto a través de la ouija con los espíritus que hoy conducen mis actos. Ellos me habían referido que cuando estaban en la cárcel Modelo se habían iniciado en comunicaciones espíritas con desaparecidos disímiles, que algo interesante podrían contarles, cómo eran Gaitán, me juraron, Gandhi, Nerón y Marilyn Monroe.

Pero no siguieron con el juego porque los Maestros perfectos les prohibieron esas invocaciones, pues podrían ser interferidos por el demonio y hasta allí llegaría la cruzada. Podría ser el momento de volver a invocarla, de acuerdo con las instrucciones recibidas en un proceso que ya lleva muy largos años.

Descontada, pues, la tan temida ouija, opté por comunicarme con la Academia Allan Kardec de Chapinero en solicitud de una médium parlante. Me enviaron una rubia postiza de fina estampa a quien luego de poner en antecedentes conduje a un lugar neutral, un reservado con jacuzzi, donde pudiéramos concentrarnos sin que nada nos perturbara.
Abrevio los rituales de invocación, pues no vienen al caso y además no estoy autorizado para revelarlos. Encendimos inciensos y nos sumergimos en las cálidas aguas, nos concentramos, hicimos lo que teníamos que hacer y a los pocos minutos escuchábamos la voz de la inquilina del Westwood Memorial Park de Los Ángeles, Corredor de los Recuerdos, cripta número 24.

- Esta soy yo, poeta, tu Marilyn, agradezco que me convoques. En realidad era yo quien necesitaba comunicarme contigo y por ello sugerí a la revista que te llamara.

- Me pidieron que diera mi versión de qué habría pasado si no hubieras muerto ese 5 de agosto de 1962, divina señora. Y pensé que la persona más indicada serías tú misma para contarlo —fue lo único que le dije.

- Voy a referírtelo todo. Y trata de no desmayarte, que te quiero despabilado. No solo me suicidé, sino que me asesinaron dos veces. (Continuara).

AHORA EN Jotamario Arbelaez