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Capitales en cuestión

Todos los colombianos creemos que nuestra región es la mejor del país,...

30 de agosto de 2016 Por: Jotamario Arbeláez

Todos los colombianos creemos que nuestra región es la mejor del país, sólo que, asolada por el centralismo, no ha podido levantar cabeza. Cali se ha hecho llamar ‘la sucursal del cielo’ y ha rivalizado siempre con Medellín. En ambas ciudades floreció el nadaísmo, ese feroz movimiento literario y social que, después de ser perseguido o ninguneado por el Establecimiento, acabó trayéndole la paz a Colombia. Y allí se asentaron los famosos carteles.Fue capital del deporte, del baile, de la cultura, antes de entrar en decadencia, y de las mujeres hermosas. Su puerto vecino, Buenaventura, comparte el abandono en que los gobiernos han tenido al Chocó y a Tumaco, el otro puerto principal del Pacífico. Hoy es una ciudad convertida en capital mundial de casas de pique.El prestigio de Cali ha estado sostenido en dos actividades y empresas que han sido tradicionalmente ejemplo de pujanza y de señorío: Asocacaña y sus ingenios asociados en número de 12, y Carvajal S.A. Recuerdo que en mis tiempos de publicista con ‘el profeta’ Hernán Nicholls, de su agencia salieron dos célebres eslogan: “Carvajal hace las cosas bien”, y de uno de los ingenios de Asocaña: “Azúcar Manuelita, la dulzura elevada al cubo”. ¿Y qué ha pasado con ese par de emporios? Que al azucarero y 14 de sus directivos la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) les afrijoló la sanción más alta que se haya impuesto en Colombia, una multa elevada al cubo, como que ascendió en principio a $320 mil millones, por “conducta concertada, continuada y coordinada para obstruir importaciones de azúcar de otros países”. Y a Carvajal Educación, productora de cuadernos Premium y 12 de sus directivos, la suma de $16 mil millones, por conductas irregulares contra la libre competencia, en “comportamiento cartelista que tuvo lugar en la cúpula de la compañía, pasando por su presidente y gerente de mercadeo corporativo, entre otros”. Dos empresas cuaderneras que igualmente iban a ser multadas, Kimberly y Scribe Colombia, fueron exoneradas por delación, ¡qué bonito! Ergo, Carvajal hace las cosas bien, y las cosas malas también. Lo que comprueba que hasta en las mejores familias se cuecen habas. Y en nuestra casa, a calderadas. ¿En qué queda entonces el orgullo empresarial de la comarca, si sus firmas bandera son acusadas de cartelización? Es como si los valores colombianos se hubieran puesto patas arriba. Aunque uno no haya sido muy empresero, duele de veras por el terruño. Entretanto la cultura vuelve por sus fueros. Según el noticiario virtual NTC, se realizan cerca de 30 importantes eventos. Entre ellos el Festival Internacional de Poesía de Cali, en su versión 16, con lo mejor de los vates de la región, del país y del mundo. Y el 2do. Festival Internacional de Literatura ‘Oiga, mire, lea’, organizado por la Biblioteca Departamental y auspiciado por la Gobernación. Agrega el informativo que “participarán autores y escritores reconocidos y premiados internacionalmente.” (Qué raro, entendía que el poeta nadaísta caleño Jotamario era el más premiado, en el país y en el exterior, por lo menos entre los vivos.) Valga recordar que fue el Festival Internacional de Poesía de Medellín, y no los pujantes empresarios (quién iba a pensar que el inasible Nadaísmo fuera a durar más que la tela de los hilos perfectos), el que le borró a la ciudad el estigma de ser catalogada en el exterior como capital del imperio del narcotráfico, y pasar a ser capital mundial de la poesía. Por ello recibió su director Fernando Rendón, en Suecia, en 2006, el Premio Nobel Alternativo de Paz.Es de esperarse que Cali y el Valle, mediante la cultura, remonten vuelo. Y que las empresas que han sido orgullo del departamento no se sigan sometiendo, por cartelización, a tan empinadas condenas.

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