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A mi bella neurótica ilustrada

Se hacen muy bellas frases sobre el amor, a veces más bellas...

22 de noviembre de 2016 Por: Jotamario Arbeláez

Se hacen muy bellas frases sobre el amor, a veces más bellas que el amor mismo. Y en ello te especializas. Aunque me perturba tu título, mi bella, mi bella neurótica, por añadidura ilustrada. ¿Impostas, así sea con una sugerencia de perturbación, la inestabilidad decisiva de Sylvia Plath o Virginia Woolf? Si así fuere, aléjate del horno y de las corrientes acuáticas. Me pusiste a investigar hasta llegar a Janet, a partir de William Cullen y pasando por el desván de Freud, el por qué una sirena de tan brillantes escamas y a todas luces dueña del ancho mundo, recurre a ese terminacho estigmatizante para titular el correr de su pluma sedosa de reflexiones sobre el pasar de la vida, que certeras o erróneas son puestas de manifiesto con un estilo impecable, tal vez producto de esa intelectualización que según los enfermeros del alma es uno de los mecanismos de defensa contra la angustia.Ya sé que la poesía no es un juego, pero qué bien sirve para jugar. La poesía es precisamente para uno no volverse loco. En mi adolescencia rabiosa, y tal vez para no prestar el servicio de matar me postulé para la locura, pues estaba convencido que los males del mundo provenían de la cordura. Cuerda era la realidad que nos ahorcaba.Te regodeas con situaciones en momentos burlescas ante la imposible comunicación con caricaturas del ser, y en otros con un dolor sarcástico proveniente del indagar. Porque la ironía si te sobra, como a los maestros del teatro del absurdo, cuando acompañada de la cabeza de María, ¡qué personaje!, te enfrentas con el vecino ruidoso, el mesero uruguayo impasible, el taxista charlatán argentino, las señoritas de atención del aeropuerto, la corredora inmobiliaria, la funcionaria de una empresa de telefonía. O a esos otros actores con apariencia de partner que no son otros que la propia María, que como no tiene qué buscar porque todo lo tiene se limita a buscarse a sí misma donde no está.Lo primero que se preguntarán tus lectores escrutadores es si la María personaje es la misma María que firma el libro. Yo diría que coinciden como dos gotas de agua en un vaso pero que no son la misma. Más que un libro biográfico es un libro reflejo. Si alguien no hubiera usado ese título yo diría que es una verdadera filosofía en el tocador, sin afeites. El mundo es tu muñequero. Eres una muñeca de lujo, y tu principal adorno es la rebeldía. Nadie se imaginaría a la Croci tecleando sus elucubraciones en medio de una tanda de aeróbicos.La que escribe seguramente es la Cabeza de María, ese personaje señero. La que firma está más bien hecha para los viajes, el parapente y el drink. Eres una rosa galante, a la que tantos aspirarían hasta agotarte. Pero parece no haber llegado la nariz de tus sueños. Aventuro reconocer que por ahora la poesía es el hombre de María, lo que no la deja dormir. Cuál es a fin de cuentas el género y número de tu libro. Pienso que es un género anfibio, un transgénero, como está pasando con todos. Es poesía escrita en la más tersa prosa, si se hace caso omiso de las espinas, que como las de ciertos condones en vez de punzar, masajean. Y es ante todo muy singular. Proviene de Colette, de Sissi (la de Raimond Quenau) y Monelle (la de Marcel Schwob). Es una crítica de la buena vida, como lo intentara con más éxito que fortuna Françoise Sagan. Es la insatisfacción de la plenitud.Tus textos son flashes de vida cotidiana banalmente trascendentales que rezuman una enseñanza. Para quien la perciba y la asuma. Es una observación minuciosa del ominoso devenir con gafas de sol.(Prólogo al libro de María Croci, Mi bella neurótica ilustrada)

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