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Soberanía en apuros

La injerencia de organizaciones supranacionales en los asuntos internos de los países es cada vez más frecuente e injustificada

30 de mayo de 2021 Por: José Félix Escobar

El incidente que involucró a un avión comercial irlandés sobre el espacio aéreo de Bielorrusia ha puesto en entredicho conceptos de soberanía que se tenían por aclarados y comprendidos a nivel global. Como se sabe, valiéndose de una grosera mentira y bajo la amenaza de un avión de combate, el dictador Lukashenko obtuvo que la aeronave aterrizara para poder echarle mano a un opositor incómodo. Mejor ejemplo de comportamiento dictatorial imposible.

La voracidad de los tiranos siempre gira contra la prudencia de los demócratas. Pero esta vez el mundo civilizado ha reaccionado en forma vigorosa contra Lukashenko y su régimen tiránico. Desde hace mucho tiempo se ha convenido internacionalmente que los vuelos de la aviación comercial son una clara excepción a la noción de soberanía de los estados. Ningún argumento en contra es aceptado a nivel global.

Pero también existen los casos contrarios. La injerencia de organizaciones supranacionales en los asuntos internos de los países es cada vez más frecuente e injustificada. Se dice que una de las fuerzas que impulsó el Brexit fue el rechazo de las autoridades inglesas contra las excesivas regulaciones comunitarias provenientes de Bruselas.

Cada día experimentamos que tal o cual político desiste de acudir ante las autoridades colombianas para acusar de todo lo divino y lo humano a particulares y funcionarios ante las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos y su constelación de instituciones satélites. Algunos creen que acudir a Washington con lágrimas y quejas cambiará la postura de la gran potencia norteamericana frente a Colombia. La reciente reunión del Secretario Antony Blinken y la vicepresidenta Marta Lucia Ramírez, cordial y directa, es la respuesta.

No se ve clara la razón por la cual los colombianos tengamos que seguir soportando las intervenciones del chileno José Miguel Vivanco en nuestros asuntos internos. Quita y pone, critica y alaba, elogia y censura. Hace poco regañó a la vicecanciller de Colombia, la caleña Adriana Mejía, por algo que al chileno de marras no le gustó.

Colombia debe recuperar el manejo de sus asuntos internos y hacer respetar las decisiones de las autoridades porque de eso se trata ser una nación soberana

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En la sesión desarrollada en el Congreso de la República para debatir la moción de censura al Ministro de Defensa, Diego Molano, un representante del Polo Democrático arremetió groseramente contras los caleños llamándolos “carniceros”. Todo porque miles de caleños marcharon de blanco para protestar contra los bloqueos, los destrozos y los desmanes. A este octogenario iracundo hay que pedirle moderación en el lenguaje y prudencia en los calificativos. Por ello es pertinente recordarle a Germán Navas Talero la frase de Fernando Savater: “fascista es quién me lleva la contraria”.

También abusó del lenguaje el reconocido agitador Gustavo Petro. Comentando la deplorable tragedia que dejó tres muertos en el sector de La Luna; Petro no vaciló en sacar provecho político del doloroso suceso y culpó a la Fiscalía sin detenerse en analizar el contexto. A los incendiarios hay que alejarlos de la gasolina. Por eso debe aumentar la presión ciudadana para que al tendencioso Petro se le cancele el acceso a Twitter. Si se pudo contra el expresidente Donald Trump, ¿Por qué no va a poderse contra el exalcalde de la capital?

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