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Sanción social

A medida que avanzan las horas, la gravedad del escándalo de los...

2 de mayo de 2011 Por: José Félix Escobar

A medida que avanzan las horas, la gravedad del escándalo de los Nule no hace más que incrementarse. El ciudadano del común se sobrecoge ante cada nuevo hallazgo relacionado con la inmensa trama de asalto a las arcas del Estado que elaboraron tales contratistas, sus interventores de bolsillo, sus políticos comparsas, los funcionarios públicos enredados, y toda la amplia gama de satélites en ese universo de abuso y latrocinio.No se exagera al decir que este escándalo puede ser tan grave en Colombia como fueron Enron o el caso Madoff en Estados Unidos. Lo primero que ha desaparecido es el paradigma que los centralistas construyeron durante tanto tiempo, que los llevaba a mostrarse como ejemplo en el manejo de los asuntos públicos de la capital, mientras satanizaban por deshonesta a la que ellos llaman “provincia”. Según parece, no ha quedado recoveco capitalino libre de la infección del robo a los dineros públicos.Un colectivo que necesita aplicarse una profunda reingeniería es, precisamente, el de los contratistas del Estado. Cada lío como el de los Nule echa inmensas cantidades de lodo a los contratistas serios, entre los cuales debemos decir, con orgullo regional, que sobresalen varias firmas afincadas en Cali. Llegó la hora de la ‘tolerancia cero’ con los contratistas de pacotilla, que ignoran deliberadamente que cada peso que el Estado les gira pertenece al esfuerzo y al sacrificio de millones de contribuyentes.Los políticos, tomados en conjunto, siguen cayendo en picada en la apreciación que de ellos tiene la ciudadanía. Hace pocos días en este diario el columnista César López expresaba lo que parece ser el estereotipo que han creado las nuevas generaciones: que ser político es sinónimo de ser ladrón. Como formulación general eso está lejos de ser cierto. Pero los políticos tradicionales deberían saber que cada vagabundo como Iván Moreno causa un enorme mal y que la llamada clase política debería hacerlo todo, menos arroparlo con la famosa solidaridad de cuerpo.Aparte de los correctivos disciplinarios y de las condenas de la justicia penal, la comunidad debería comenzar a aplicar sanciones concretas a los antisociales que se guardan el dinero que pertenece a todos. No tiene presentación ninguna que importantes figuras de la actividad nacional asistan a súper fiestas como la que se ha conocido que organizaron los Nule en julio de 2010. El deber de todo ciudadano de bien tiene que consistir en aplicar la sanción social a quienes, en vez del robo callejero, escogen como modalidad delictiva la apropiación del dinero de la comunidad.***Totalmente inaceptables las excusas del Alcalde para tratar de explicar su inactividad en la defensa del jarillón que protege del río Cauca a 700.000 caleños. Esta misma administración, que ahora se declara incapaz de lidiar a 200 o 300 ocupantes de la zona del jarillón, sí tuvo los arrestos para torcerle el cuello a la noción de valorización, gravar con las consabidas megaobras a cientos de miles de predios y atender, casi siempre negándolas, las reclamaciones de millares de ciudadanos.

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