Responsables

Tradicionalmente se ha entendido que la responsabilidad fundamental de los gobernantes es de carácter político; y que su rendición de cuentas se hace ante el pueblo, bien sea porque en lecciones democráticas los gobernantes sean reemplazados por otros, o bien porque —como en el caso de Ceausescu o Gadafi— las turbas salden cualquier cuenta cobrándose la vida de los derrocados. La tesis vigente hasta ahora sostiene que los gobernantes no acostumbran responder por los actos ejecutados durante su mandato, salvo en el campo de la aceptación o rechazo de los gobernados. Sin embargo, algo ha comenzado a cambiar. La semana pasada, y por primera vez en la historia, un ex jefe de Estado fue condenado por un Tribunal Internacional. Se trata de Charles Taylor, ex presidente de Liberia, juzgado y sentenciado por los crímenes de lesa humanidad cometidos contra sus vecinos de Sierra Leona, durante la guerra que azotó esa zona de África durante los agitados años 90.Se trata, por supuesto, de una condena dictada contra el líder de un pequeño país. Pero en ocasiones son las pequeñas naciones las que marcan el ejemplo. La llamada ‘Primavera Árabe’ tuvo su origen en las manifestaciones de protesta desarrolladas en Túnez. Y ahora mismo Islandia, otro pequeño país, está haciendo historia por la decisión de llamar a juicio al ex primer ministro Geir Haarde y condenarlo por su grave negligencia al permitir o tolerar que los bancos islandeses montaran una perversa ‘pirámide’, que culminó — como era de esperarse— en la ruina general de la población.También entre nosotros se revalúan los conceptos sobre la responsabilidad de los gobernantes. El ex alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, sigue insistiendo en su inocencia ante el descomunal asalto a las finanzas públicas propiciado por su hermano y los primos Nule. El antiguo Alcalde declara que él nunca firmó un contrato con los Nule y que esa responsabilidad cabe exclusivamente a quien sí lo hizo, el ex director del IDU. Vano esfuerzo el de Moreno Rojas: la Procuraduría sostiene —con sólido apoyo en la Constitución— que los servidores públicos responden por acción y por omisión en el cumplimiento de sus deberes.Gran causante de la ola de indignación que sacude al mundo occidental es la desfachatez con la que gobiernan muchos líderes. Al escribir estas líneas era muy insegura la continuidad de Nicolás Sarkozy en la presidencia de Francia. Y si llegara a ganar la segunda vuelta, quedaría irremediablemente debilitado. Es imperdonable la paradoja mediática presenciada hace poco: la televisión mostró a Sarkozy en todo el centro de un imponente salón del Palacio del Elíseo, pidiendo a sus ciudadanos paciencia y esfuerzo ante la crisis. También vino a saberse que el despilfarrador Sarkozy gasta en su presidencia el doble de lo que cuesta a los ingleses el mantenimiento de su casa real.****Con todo respeto, señora Canciller: tómese unas vacaciones. Recuerde que de ‘pedacito’ en ‘pedacito’, las indolentes cancillerías santafereñas fueron cediendo a nuestros vecinos un área igual a la que hoy tenemos.