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Prudencia que indigna

Todos los conjuntos de naciones se preocupan por imponer los mínimos democráticos a sus miembros. Por eso nadie se explica por qué los países de la OEA han optado por ver día a día el espectáculo de represión que se impone desde el gobierno chavista.

8 de mayo de 2017 Por: José Félix Escobar

Los americanos del Norte intuyeron que este continente tenía que mantenerse unido para preservar los valores que lo llevaron a la emancipación de las potencias europeas. En 1823 el presidente Monroe formuló su célebre doctrina: ante cualquier nuevo intento de colonización europea, los Estados Unidos, potencia emergente, reaccionarían de inmediato. Mucho tiempo después el continente americano ratifico su voluntad de marchar unido cuando se suscribió la carta de la OEA en 1948.

Varios han sido los intentos de aclimatar en suelo americano tiranías y gobiernos despóticos, y aunque siempre se ha respetado el principio de la no intervención, el conjunto de nuestras naciones ha mantenido derecho el camino. Por ello sorprende cada día más la pasmosa actitud de prudencia que los países americanos han mantenido frente al caso oprobioso de la Venezuela de hoy. Una prudencia que indigna.

El ritmo de los tiempos ha cambiado de manera vertiginosa. En 1823 las noticias tardaban 10 días en recorrer el camino entre Europa y América. En 1948 la transmisión de la información se había acelerado, pero ella solo llegaba a medios especializados. Lo asombroso de hoy es que todos los días en todas las pantallas de los televisores y de los celulares inteligentes millones de personas observan en directo de qué manera la dictadura de Nicolás Maduro atropella al pueblo venezolano.

Solamente la llegada de Luis Almagro a la Secretaria General de la OEA ha despertado el marasmo de las naciones americanas y pretende aplicar como es debido los instrumentos internacionales. A diferencia de su antecesor (un paquidermo de apellido Insulza) Almagro ha enfrentado la barbarie venezolana desde su posición de abogado y diplomático de vasta trayectoria. De hecho se ve muy próxima la aplicación contra Venezuela de los instrumentos punitivos previstos en los tratados.

Maduro y sus secuaces gritan a pleno pulmón contra esa posible intervención, en defensa de una supuesta soberanía entendida por ellos como licencia para machacar a los ciudadanos. Andan muy desinformados. El bloque regional más exitoso, la Unión Europea, ha sido muy severa contra los Estados miembros que asumen posiciones diferentes al consenso logrado por los veinte siete países de la comunidad. Y no les ha temblado la mano a las autoridades de Bruselas.
Hace unos años Grecia entro en banca rota tras vivir un cuarto de siglo malgastando los subsidios comunitarios, falseando la información financiera y creando bonificaciones para todos los gustos. Como era de esperarse, ese castillo de naipes se derrumbó y ahora la Unión Europea establece riguroso control y monitoreo a las actuaciones de los políticos griegos. Al líder húngaro Viktor Orban no le quitan el ojo de encima para evitar que ceda a sus tentaciones poco democráticas.

Todos los conjuntos de naciones se preocupan por imponer los mínimos democráticos a sus miembros. Por eso nadie se explica por qué los países de la OEA han optado por ver día a día el espectáculo de represión que se impone desde el gobierno chavista. Nadie se explica la razón por la cual la comunidad americana de naciones tolera la escasez, el hambre, la falta de medicinas y de insumos médicos, la inseguridad rampante, la economía en ruinas y la inflación más alta del mundo. Si es por prudencia, es francamente indignante.

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