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Paladín o chivato

Las páginas de la historia están llenas de las reprobables hazañas de...

20 de agosto de 2012 Por: José Félix Escobar

Las páginas de la historia están llenas de las reprobables hazañas de soplones, traidores y chivatos. Tristes ejemplos de esa frecuente actitud de los seres humanos son Bruto, protegido de Julio César, a quien finalmente traicionó; Judas, quien delató a Jesús por unas cuantas monedas; José Fouché, sibilino personaje que en la época de la Revolución Francesa reptaba de un bando a otro; y Bolívar, sí, Bolívar, quien en uno de sus pasajes más condenables entregó a Francisco Miranda a los españoles. Pero el gran chivatazo del momento ha consistido en las infidencias de Julian Assange, un trotamundos australiano que se empeñó en encontrar los resquicios de Internet, para colarse por ellos en la correspondencia privada de gobiernos e instituciones internacionales. Por muy loables que fueran las intenciones anunciadas por Assange y su grupo de Wikileaks, en el fondo no hay más que otro caso de soplonismo y delación.Casi todos conocen la famosa ocurrencia de Bismarck: cuando se le preguntó cómo se hacían las leyes, dijo que con las leyes pasaban como con las salchichas, pues era mejor no ver cómo se fabricaban. Todo lo que finalmente se hace público, proviene de discusiones, intentos, conversaciones y ensayos que es necesario mantener en reserva. Incluso hay legislaciones, como la nuestra, que castigan las infidencias que llegaren a generar un pánico colectivo. Desde las más remotas épocas, la diplomacia se basa en la información reservada. Inesperadamente muchos convirtieron a Julian Assange en una especie de paladín de la libertad de expresión. El debate se dio en Europa cuando grandes diarios resolvieron publicar las infidencias de Wikileaks. La posición de los medios fue contundente: una vez convertidas las delaciones en noticia, el deber de los medios era publicarlas. Que Assange no es más que un chivato desesperado por evadir las consecuencias de sus infidencias, lo ha venido a demostrar su conducta de los últimos días. ¿A cuál paladín de la libertad de expresión se le ocurriría entregarse al gobierno de Rafael Correa, conocido ampliamente por ser una réplica de Hugo Chávez en su tratamiento opresivo contra la prensa ecuatoriana? La megalomanía de Correa aprovechó al instante la oportunidad y ha formado una telenovela alrededor del pedido de asilo de Assange. Que Correa y su equipo de neochavistas inventen persecuciones y se declaren víctimas, pasa. Pero que la comunidad americana de naciones les haga el juego, es inentendible y hasta censurable. ¿En qué momento se convirtió Correa en otro paladín de la libertad de expresión?* * * *La chocante deriva autoritaria que se vive en Latinoamérica ha tenido otra muestra en Argentina. Los seguidores de Cristina Fernández resolvieron entrar por la puerta de atrás a muchas grandes empresas y están tomando las posiciones de mando. Los fondos privados de pensiones colocaron capital de apoyo en las grandes compañías; súbitamente, en 2008, los fondos fueron nacionalizados y dentro de las grandes empresas comenzaron a aparecer los amigos de Cristina en altos puestos. ¿Caballos de Troya?

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