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No son inocentes

En esta época propicia para lavarse las manos y eludir responsabilidades, los chinos no pueden declararse inocentes.

19 de abril de 2020 Por: José Félix Escobar

En esta época propicia para lavarse las manos y eludir responsabilidades, los chinos no pueden declararse inocentes. Un diario de la seriedad del ‘Washington Post’ acaba de sumarse a los que creen que el coronavirus se inició en la ciudad de Wuhan, no por el acto poco higiénico de devorar animales salvajes sino por la impericia culposa de los investigadores de un laboratorio que al parecer se dedica a producir armas químicas a base de virus.

Ciertamente la lentitud y la falta de diligencia con la que China divulgó el inicio de la epidemia hace pensar en que las autoridades de ese país estaban interesadas en ocultar la verdad. Aunque se dice que fue en noviembre del año pasado cuando se detectaron los primeros casos, fue tan solo el 31 de diciembre de 2019 cuando China en un escueto mensaje digital informó a la Organización Mundial de la Salud sobre el comienzo de la epidemia. Aún hoy los chinos continúan revisando hacia arriba el número de muertos.

Tan poco puede declararse totalmente inocente a la OMS. Con negligencia típicamente burocrática esta organización se abstuvo de investigar en China de manera rápida lo que estaba sucediendo. Tan solo el 11 de Marzo el director de la entidad confesó que después de 4200 muertos en el mundo el Covid-19 era considerado oficialmente una pandemia.

En una de las escasas oportunidades en que el presidente Donald Trump tiene razón, se criticó severamente por parte del gobierno de los Estados Unidos la lentitud paquidérmica de la OMS. Pero como Trump peca y reza constantemente, cometió el desatino de suspender la ayuda norteamericana a la OMS, que mal que bien está coordinando la lucha contra la pandemia.

Donald Trump tampoco puede declararse inocente. Su demora en ordenar las medidas de prevención ha disparado los contagios y las muertes por causa del virus en los Estados Unidos. Ya Trump enfrenta una rebelión de Estados federales encabezada por Andrew Cuomo, gobernador del poderoso Estado de Nueva York. Igual irresponsabilidad ha demostrado el primer ministro de Inglaterra Boris Johnson. Este líder desafió con imprudencia las advertencias sobre el poder del virus hasta que él mismo cayó enfermo.

La decadencia en la calidad de los líderes occidentales es patética. El intelectual argentino Loris Zanatta plantea esta demoledora comparación: “Boris Johnson es a Churchill lo que Donald Trump es a Roosevelt”. Ni qué decir de los líderes de España e Italia, países que reaccionaron tardíamente y que hoy contabilizan muertos por millares. Duele comprobar el trato inhumano otorgado por esos países a los internados en los hogares para ancianos. Sólo en España han muerto más de 11000 adultos mayores.

Los campeones de la irresponsabilidad en América Latina son gobernantes tan disímiles como Bolsonaro de Brasil, Ortega de Nicaragua y López Obrador de México. Estos líderes se han encargado de ningunear al Covid-19, restándole importancia de manera intencional. López Obrador y Daniel Ortega invitan a la gente a continuar haciendo su vida normal, mientras Jair Bolsonaro despide al Ministro de Salud del Brasil por su insistencia en presentar la verdadera gravedad de la epidemia.

Haciendo la comparación con todo lo que hemos visto en el mundo, podemos afirmar que la respuesta del Gobierno de Colombia ha sido acertada y se espera una paulatina reanudación de las actividades económicas.

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