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Mejoramiento continuo

Pero si existe alguna zona privilegiada en el mundo para el mantenimiento y progreso de las democracias, es el continente americano.

27 de junio de 2021 Por: José Félix Escobar

Como todas las invenciones humanas, el sistema democrático es imperfecto pero perfectible. De manera permanente quienes creemos en la democracia debemos estar atentos a los vicios y fallas del sistema para propender por su mejoramiento continuo. El juicio acertado no consiste en señalar una y otra vez las fallas del sistema sino exponerlas y analizarlas. En vez de dedicarse a hallar culpables, dedicarse a proponer soluciones.

No en todas las latitudes del planeta se puede esperar el mismo concepto de democracia. Las naciones que vivieron largos periodos imperiales, como China y Rusia, tienen en su memoria institucional el recuerdo de que las restricciones a las libertades individuales pueden ser toleradas a cambio de un mejoramiento del estatus económico y social de la población. De hecho, bajo los imperios no se tenía ni bienestar económico ni garantías sociales.

Tampoco es dable esperar que las zonas del mundo impregnadas por las creencias teocráticas generen rápidamente formas democráticas de gobierno. El ejemplo es la llamada “primavera árabe”, que después de más de una década solo produjo un cambio significativo y duradero en Túnez. Duele comprobar que las costumbres ancestrales sean tan difíciles de modificar: Arabia Saudita, por ejemplo, muestra como gran progreso el hecho de que a las mujeres ya se les permite conducir automóvil.

Es igualmente censurable que las consideraciones de gobernabilidad atenten contra la estructura misma de los Estados. En los últimos días y sin justificación jurídica alguna, los nueve separatistas catalanes que estaban en la cárcel por el intento de ruptura constitucional de 2017, fueron indultados por el gobierno que preside Pedro Sánchez. “París bien vale una misa”, dicen que dijo el protestante Enrique de Navarra antes de convertirse al catolicismo para poder reinar en Francia. Esta negociación de principios, tan frecuente como deplorable en la política práctica, merece toda la cesura posible.

Pero si existe alguna zona privilegiada en el mundo para el mantenimiento y progreso de las democracias, es el continente americano. Desde que hace 245 años los Estados Unidos declararon su independencia, casi todas las naciones de este lado del mundo se han separado por completo de sus antiguas metrópolis europeas. Quedan pequeños enclaves territoriales y la ambigüedad canadiense, en donde aún se respetan normas de las potencias europeas.

El formato democrático republicano y presidencialista es el escogido por la mayoría. Hay lamentables regresiones como las de Cuba, Nicaragua y Venezuela que nadan hoy contra la corriente democrática predominante en el continente americano. Los principios fundamentales de la democracia liberal y del estado de derecho deben ser protegidos a toda costa.

La lamentable persecución desatada en Nicaragua contra los opositores al régimen dictatorial de Ortega y Murillo debe ser objeto de la más enérgica censura por parte de los organismos continentales que creen en las bases del sistema democrático. Nuestro aporte a la historia del mundo es la vigencia de la democracia poscolonial. No se justifica que satrapías como la nicaragüense, dictaduras como la chavista o regímenes de facto permanente como el cubano, continúen sentados en los foros americanos al lado de quienes hemos preservado, con todo y sus imperfecciones, la norma democrática.

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