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Mayorías ínfimas

Una de las grandes dudas que se ciernen hoy sobre la eficiencia de la democracia, radica precisamente en el papel de la agitación política. En su afán competitivo de superar continuamente a sus rivales, muchos dirigentes políticos no sopesan la trascendencia de algunas elecciones.

25 de abril de 2017 Por: José Félix Escobar

La Gran Bretaña no sabe qué hacer con los resultados del referendo que decidió su salida de la Unión Europea. Después de haber colocado al llamado ‘brexit’ en tema primordial de discusión, los políticos ingleses zigzaguean tras los resultados del referendo de junio de 2016. Es que la trascendencia de la decisión tomada por una mayoría del tres por ciento de los votantes, es gigantesca. Consecuencias inmediatas: está amenazada la estructura misma del Reino Unido, han crecido serias dudas sobre el futuro de la economía británica y, lo más preocupante, se abrió una inmensa brecha entre las generaciones.

Después de la consulta al pueblo se exigió que el resultado fuera avalado por una decisión judicial, la cual ordenó que el Parlamento votara sobre el tema. Tras el respaldo parlamentario, la primera ministra Theresa May sorprende a todos al convocar a elecciones anticipadas. En las reuniones celebradas entre la Comunidad Europea y los delegados británicos, estos tratan por todos los medios de ganar tiempo y de poner condiciones a la salida inglesa.

Una de las grandes dudas que se ciernen hoy sobre la eficiencia de la democracia, radica precisamente en el papel de la agitación política. En su afán competitivo de superar continuamente a sus rivales, muchos dirigentes políticos no sopesan la trascendencia de algunas elecciones. Turquía, por ejemplo, acaba de pasar por un referendo en el cual los partidarios del primer ministro Erdogan ganaron por un dos por ciento a sus adversarios. La arrogancia del ganador le ha impedido ver que con esa mayoría ínfima es imposible adelantar las grandes reformas institucionales que se propusieron a los votantes.

Turquía es hoy un régimen parlamentario. Desde hace muchas décadas ese país ha sido una muestra de civilización y laicismo en medio del islamismo circundante. Erdogan pretende ahora transformar a Turquía en un régimen presidencialista en el cual la reelección del líder puede ser indefinida. Los esfuerzos civilizadores que vienen desde Kemal Ataturk quieren ser hoy enterrados por los partidarios de Erdogan para acoger alguna forma de islamismo militante. ¿Será razonable acometer todos estos cambios, apalancados en una ventaja electoral del dos por ciento?

Los plebiscitos y referendos deberían ser utilizados solo de manera excepcional y para decidir temas que no afecten la estructura constitucional de los países. El ejemplo lo da Suiza, cuyos sus habitantes son llamados con frecuencia a emitir su opinión sobre asuntos locales. Pero no faltan los políticos que insisten en el mecanismo plebiscitario. En Cataluña los separatistas pretenden convocar un referendo en pro de la independencia. Pero aún si lo ganaran, el resto de España tiene una voz ampliamente mayoritaria en contra de la separación catalana.

Los dirigentes del sector público no suelen ser amigos de buscar ejemplos en la actuación de los particulares. Pero el sistema decisorio que se aplica en las sociedades privadas, acompasa la naturaleza y calidad de las decisiones con la mayoría necesaria para tomarlas. Es decir, los asuntos trascendentales en la vida de las sociedades se deciden con mayorías calificadas, bastante superiores a la mitad más uno. Las democracias deberían adaptarse para evitar sorpresas como el brexit, el referendo de Turquía o lo que puede suceder en Francia, si llegara a ganar Marine Le Pen.

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