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Mandato claro

Si ello no es posible por razones de costos o de excesiva polarización, es bueno tomar prestada del sistema parlamentario la figura de la “cohabitación”

11 de julio de 2021 Por: José Félix Escobar

En nuestra historia política Alfonso López Michelsen popularizó el lema “mandato claro”, cuando para las elecciones presidenciales de 1974 pidió a sus electores una amplia mayoría que le permitiera desarrollar sus programas y planes de gobierno. En efecto, López Michelsen obtuvo más de 1.300.000 votos de ventaja sobre el candidato que le siguió en los comicios.

Para la marcha normal de una democracia presidencialista es fundamental que el ganador obtenga un amplio margen de ventaja. Aún se recuerda la estrechez del resultado en favor de Misael Pastrana Borrero y en contra del exdictador populista Gustavo Rojas Pinilla, lo que dio lugar a toda clase de suspicacias e incluso al nacimiento de la guerrilla del M-19.

Colombia adoptó desde hace años el mecanismo de la segunda vuelta para dirimir la controversia entre los dos primeros candidatos elegidos en la ronda inicial. Iguales mecanismos se han ido adoptando en varios países de América Latina. El caso del Perú, de palpitante actualidad, enseña que el sistema de doble vuelta tampoco hace desaparecer las ‘nanomayorías’, o sea, los márgenes precarios entre un candidato y otro.

La democracia tiene que seguir perfeccionándose a cada paso. En eventos como el que sucede en el Perú, debería llamarse a los ciudadanos a una tercera vuelta pues hay que dirimir el virtual empate.
Si ello no es posible por razones de costos o de excesiva polarización, es bueno tomar prestada del sistema parlamentario la figura de la “cohabitación”: durante un tiempo prudencial los seguidores de uno y otro candidato ocuparán los puestos del alto gobierno hasta que la opinión pública vaya decantándose en favor de un grupo o del otro.

Hace poco se presentó en Israel un ejemplo de lo que aquí comentamos. Tras varias elecciones sucesivas y en medio de una cohabitación de fuerzas rivales, la oposición a Benjamín Netanyahu logró consolidar una mayoría para formar gobierno. La opinión pública se movió aún más a la derecha y el líder de la nueva mayoría es el radical Naftali Bennett.

Italia vivió a comienzos del presente año la ruptura del gobierno presidido por Giuseppe Conte. La opinión pública de ese país se cansó con la inestabilidad generada por la coalición anterior. La crisis se resolvió en favor de la gente y de las instituciones italianas, pues el prestigioso tecnócrata Mario Draghi aceptó conformar un gobierno de unidad nacional, con amplio respaldo.

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Dentro de las conmemoraciones de los treinta años de vigencia de la Constitución de 1991 se recordó que Claudia López participó activamente en el movimiento de la ‘séptima papeleta’, que al final permitió la convocatoria de la Asamblea Constituyente. Claudia López es la misma funcionaria que hoy ocupa la alcaldía de la capital.

Pero pasan y pasan los años y la señora López continúa sin entender cabalmente el diseño institucional que efectuó la Constitución de 1991. Su desconocimiento al orden jerárquico es constante y sus fricciones con el Gobierno Nacional son de toda clase.

Ahora resolvió por su cuenta convertir a la capital en una especie de sede alterna de la desubicada Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Los dislocados a la larga se entienden: para la Cidh no existen bloqueos sino “cortes de ruta” y para Claudia López la dirección de las relaciones exteriores del país no es de la Presidencia, sino de ella.

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