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Los pequeños

Si algo ha caracterizado al siglo XXI es la preponderancia de los...

21 de noviembre de 2016 Por: José Félix Escobar

Si algo ha caracterizado al siglo XXI es la preponderancia de los grandes. Hemos visto el surgimiento de China como gran potencia de alcance mundial; la consolidación económica de la Comunidad Europea; el agrupamiento de las potencias emergentes en asociaciones al estilo de la Brics; la construcción de un enorme espacio comercial que agrupa los países del Este asiático y los del Pacífico americano. Y, por supuesto, se mantiene la presencia de los Estados Unidos como la primera potencia del orbe.Precisamente ha sido en Estados Unidos donde los pequeños se han hecho sentir. Tras el reciente triunfo de Donald Trump es inevitable reconocer la reacción de los ciudadanos comunes ante el poderío económico representado por Wall Street. Ya se sabe que los votantes de Trump han sido los mineros sin oficio, los pequeños propietarios rurales, los fabricantes de artículos avasallados por las oleadas del libre comercio, los trabajadores temerosos de ser desplazados por inmigrantes. Ha sido la rebelión de los pequeños.El sentimiento de impotencia de la gente normal frente a las grandes decisiones económicas se presenta en varios lados. Hace poco la pequeña región de Valonia, en Bélgica, puso el freno a la aprobación del tratado de libre comercio entre la Unión Europea y Canadá. Ante este veto de los 3.500.000 valones, pocos entendían la razón por la cual se ponía en riesgo un gran acuerdo económico. Para lograr la aprobación hubo necesidad de dar garantías a los ciudadanos valones en el sentido de que el nuevo tratado no iba a afectar su producción y su modo de vida.Algunos pequeños países europeos han tomado recientes decisiones que no coinciden ni con la voluntad ni con los intereses de las potencias de Europa. Ante la tragedia provocada por la guerra en Siria e Irak una enorme marejada de inmigrantes se volcó sobre el suelo europeo. Alemania abrió sus puertas a un gran número de ellos, pero pequeños países como Hungría, Macedonia y Eslovenia cerraron sus fronteras al paso de los migrantes. Estas pequeñas naciones temen con razón que una llegada masiva de personas altere su equilibrio demográfico.Los pequeños están dando a los grandes abundantes ejemplos de eficiencia. En materia de obras públicas y dotación de infraestructuras vale la pena recordar que Panamá construyó la ampliación de su canal en tan sólo nueve años. Se trata de una obra de ingeniería de alta complejidad. Costa Rica no se queda atrás pues en 2016, y tras cinco años de trabajos, inauguró la planta hidroeléctrica de Reventazón, la mayor de la región centroamericana. Ecuador por su parte acaba de poner en funcionamiento una gran planta hidroeléctrica en la región amazónica, construida en siete años. Contrastan estos datos con la eternidad de las obras de infraestructura en nuestro país.A las pequeñas comunidades hay que escucharlas y atender sus peticiones en la medida en que ellas sean razonables. Nuestro Consejo de Estado ha dicho recientemente que las autoridades municipales y departamentales tienen la facultad de regular los usos del suelo. Municipios y Departamentos pueden en consecuencia oponerse a las actividades mineras cuando estas contaminen sus aguas o alteren el ambiente de la respectiva localidad. Grandes intereses han puesto el grito en el cielo. Estos grupos deben tener en cuenta que en el mundo actual los pequeños también cuentan.

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