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Los mandatarios locales

Nuestro país vive sacudido por la proliferación de noticias sobre los incontables tentáculos de corrupción que se descubrieron a raíz del escándalo Odebrecht.

13 de agosto de 2017 Por: José Félix Escobar

Nuestro país vive sacudido por la proliferación de noticias sobre los incontables tentáculos de corrupción que se descubrieron a raíz del escándalo Odebrecht. Ahora resulta que hasta el propio presidente de la República ha sido citado a declarar ante un alto tribunal, para que explique algunos detalles de la enorme trama. En la semana pasada el todo poderoso congresista ‘Ñoño’ Elías fue arrestado y tras él hacen cola varios parlamentarios más. Funcionarios del nivel central han sido igualmente objeto de decisiones judiciales en su contra.

Pero existe un hilo conductor que ayuda a explicar los hechos: todos los implicados son autoridades centrales, así vivan en la periferia del país como Elías, Besaile, Bula y otros de la misma especie. Es el poder central en sus ramas Legislativa y Ejecutiva el que está mostrando altos grados de descomposición. Puede decirse que el estilo utilizado en 2010 y en 2014 para llegar a las máximas instancias del poder, hizo crisis.

Una palabra utilizada por Juan Carlos Echeverry (hoy presidente de Ecopetrol) fue sacada de contexto y se incrustó en el léxico político colombiano. Nos referimos a la “mermelada”. Así se conoce hoy el lubricante que el gobierno central utiliza para que las grandes maquinarias electorales nombren sus senadores y representantes en el Congreso. La sofisticación llegó hasta el punto de activar el ramal Ocaña–Gamarra, vía casi superflua y de bajo interés, pero que una vez conectada a las 4G, permitía desembolsos multimillonarios.

El país, sin embargo, tiene en sus regiones y en sus cuatro grandes ciudades otros escenarios. Esta es la Colombia de las necesidades concretas. En esta gran crisis del nivel central, serán los mandatarios locales, bien estructurados y armonizados entre ellos, los que saquen el país adelante. Gobernadores y alcaldes están adquiriendo cada vez más importancia en la marcha de los asuntos del país. Alguien ha llamado a este fenómeno “federalización de facto”.

Ninguna labor administrativa adelantada en la costa caribe puede prescindir de la opinión del gobernador del Atlántico y del alcalde de Barranquilla. De haberse producido la injerencia de estos dos mandatarios en la toma de decisiones del nivel central, la hambruna que afecto a los niños de la Guajira no se habría producido. El Atlántico y Barranquilla son los centros naturales en la Región Caribe y su información sobre los temas locales es mucho mayor que la disponible en la capital.

Nadie puede negar que el gobernador de Antioquia y el alcalde de Medellín son las autoridades que más conocen sobre los temas de esa importante región. Cali y el Valle del Cauca son los centros naturales de la Región Pacífico y de aquí debería partir las ideas y propuestas para solucionar los problemas de toda la región.

Lástima no poder decir lo mismo del alcalde de Bogotá. Se trata, desde luego, de un funcionario capaz, pero con una inagotable tendencia a dar soluciones minimalistas, de las que irritan a los ciudadanos. Para muestra un botón: el Alcalde anda ahora en una agría discusión sobre el valor de la hora de estacionamiento.

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El atorrante de Nicolás Maduro se destituyó a sí mismo. Su elección estaba legitimada por la Constitución de 1999. Pero al aceptar la designación que le acaba de hacer la fraudulenta Asamblea Constituyente, arrojó la legitimidad por la borda.

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