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Los grandes asuntos

Las autoridades están instituidas para resolver los grandes y los pequeños problemas que aquejan a la sociedad.

14 de enero de 2019 Por: José Félix Escobar

Las autoridades están instituidas para resolver los grandes y los pequeños problemas que aquejan a la sociedad. Desde luego, a las figuras públicas les gusta concentrarse en la atención de los grandes asuntos. Ellos están en el foco de la opinión pública y suscitan el interés de los medios. En la semana pasada el presidente Iván Duque y la ministra de obras anunciaron que la infraestructura del Túnel de La Línea sería puesta en servicio a mediados de 2020.

Ya es vergonzoso el retraso que esta importante obra acumula. Arrancó en 2005, bajo el gobierno de Uribe; continuó su lenta marcha durante los dos períodos de Santos; y de cumplirse el actual pronóstico, estará concluyendo en la mitad del período del presidente Duque. Serían, entonces, quince años los que habrá dedicado el país a sacar adelante el túnel de poco más de 8 kilómetros y sus obras complementarias.

Como punto de comparación, la República de Panamá tardó siete años en concluir la ampliación del canal interoceánico. Desde el año 2016 numerosos buques con gran capacidad de carga se han beneficiado de la puesta en marcha del canal ampliado. Dos pequeños países de nuestro entorno inauguraron en 2016 sendas obras de infraestructura de gran magnitud: Costa Rica demoró cinco años en poner en funcionamiento la planta hidroeléctrica de Reventazón, y Ecuador tardó siete años en construir una hidroeléctrica en la región amazónica.

La atención del presidente Duque debe fijarse también en la esperada finalización de la doble calzada a Buenaventura, iniciada en 2008 y aún pendiente de terminación. Si el macroproyecto consiste en acortar el tiempo de desplazamiento entre Bogotá y Buenaventura, hay que coordinar la culminación del Túnel de La Línea y la doble calzada al puerto.

Nuestro primer mandatario debe igualmente poner atención al desarrollo, hasta ahora accidentado, de la hidroeléctrica de Ituango. Por su magnitud e importancia esta obra es de reconocido interés nacional. Hay que impedir que el asunto se convierta en una refriega entre líderes y gamonales antioqueños, en la cual unos les echan la culpaa los otros de los descalabros del proyecto.

Tiene que ser también objeto prioritario de la gestión gubernamental la solución definitiva al problema de los llamados arroyos de Barranquilla. Es inaudito que en la cuarta ciudad del país un súbito turbión de agua se lleve a su paso automóviles e inocentes peatones.

Pero no solamente los temas de infraestructura física son grandes asuntos. La semana pasada vio cómo los culpables del gran desfalco llamado ‘cartel de la contratación’ habían salido de sus sitios de reclusión a disfrutar la cómoda casa por cárcel. Los Nule y sus amigos no han devuelto la enorme cantidad de dinero que sacaron de los recursos públicos.

El entramado social necesita de un sistema que asegure que los culpables de grandes y de pequeños delitos reciban la sanción correspondiente. Como dice el presidente Duque, en este país se debe tener presente que el que la hace la paga. Es indudable que hay exceso de garantías en favor de los que violan la ley.

Desde hace muchos años se ha puesto de presente el gran problema penitenciario que vive el país. A los delincuentes de cuello blanco los sueltan con gran facilidad, mientras que a los ladrones y demás pillos que desesperan a la gente, ni siquiera los hacen entrar a las cárceles.

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