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La verdad, otra víctima

Siempre se ha dicho que en tiempos de guerra la primera víctima es la verdad. Pero lo que tiene absorto al mundo contemporáneo es la gran arremetida en contra de la verdad, desatada en medio de lo que puede denominarse vida normal de los países.

12 de marzo de 2017 Por: José Félix Escobar

Siempre se ha dicho que en tiempos de guerra la primera víctima es la verdad. Pero lo que tiene absorto al mundo contemporáneo es la gran arremetida en contra de la verdad, desatada en medio de lo que puede denominarse vida normal de los países. El detonante, sin lugar a dudas, es la contienda presidencial de los Estados Unidos en la cual el equipo de campaña de Donald Trump ha sido acusado varias veces de haber orquestado junto con los rusos una gran estrategia de desinformación en contra de los intereses electorales de la candidata Hillary Clinton.

Los servicios secretos de Rusia tienen vasta experiencia en la materia. Hace unos años los funcionarios rusos se dieron cuenta de que la red mundial de información por vía digital es porosa y poco confiable. Putin lo ha dicho y Trump lo ha repetido. Por ello los rusos han comprado cientos de máquinas de escribir, de las clásicas y tradicionales, para utilizarlas en la producción de sus informes confidenciales. Vuelven, pues, la vieja máquina y la hoja de papel.

Ucrania acusa de manera reiterada a su vecina Rusia por lo que ha denominado un ataque informático continuo y constante. Como se sabe, desde que Rusia se apoderó por la fuerza de la península de Crimea los movimientos separatistas del oriente ucraniano reciben permanente apoyo del Kremlin. La amenaza se ha concretado en la introducción de programas rusos destinados a entorpecer la marcha de la actividad cotidiana en Ucrania. Para nadie es un secreto que estas intromisiones causan zozobra entre la gente.

Hoy se le ha perdido respeto a la verdad. Ella es manipulada, moldeada, mimetizada y envuelta muchas veces en un cúmulo de mentiras. Algunos acusan de esta situación a la enorme multiplicación de usuarios de las redes sociales. Cada quién toma la iniciativa a la hora de lanzar por internet verdades a medias, insinuaciones maliciosas, o simples calumnias. Se ha producido un ‘pitufeo’ de la verdad. Todos los días la red da por muerto a alguien que goza de cabal salud.

Se ha llevado a la gente a creer solo lo que quiere creer. En el 2016 la palabra del año fue ‘posverdad’, definida por el Diccionario de Oxford como “relacionado con circunstancias en las cuales la opinión pública se nutre menos de hechos objetivos que de invocaciones a las emociones o a las creencias personales”. Un buen ejemplo de esto es la posición asumida por Donald Trump ante la opinión de su país. No importa cuánto se le contradiga, el discurso presidencial sigue siendo el mismo.

Hoy más que nunca se impone el apoyo a la prensa responsable. Aquellos comunicadores que encuentran la noticia la contrastan y la elaboran en la forma más honesta, deben ser protegidos para que su labor continúe. Y los orientadores de la opinión, que sitúan las cosas en su debido contexto, se hacen cada vez más necesarios. Por ello merece todo el rechazo el reciente atentado contra tres periodistas ‘El País’, quienes fueron agredidos en una zona cocalera del Cauca, mientras cumplían con su oficio.

El trato que debe darse a la verdad fue resumido por el poeta Antonio Machado en estos términos: “¿Tu verdad? No, la verdad. Y ven conmigo a buscarla. La tuya, guárdatela”. En estos tiempos de victimización de la verdad conviene recordar la frase de William Shakespeare: “Nadie muere por lo que sabe que es verdad, sino por lo que quiere que sea verdad”.

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