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Imposible aislarse

Hubo épocas en las que el sueño de muchos pueblos consistía en...

18 de abril de 2011 Por: José Félix Escobar

Hubo épocas en las que el sueño de muchos pueblos consistía en separarse de los demás, progresar al propio ritmo y cocinar a fuego lento conductas y costumbres. El rechazo al forastero era la norma general. Grecia calificó de bárbaros a todos los extranjeros. Roma siempre mantuvo poderosos ejércitos cuidando sus fronteras imperiales. Hasta llegar al extremo de los antiguos chinos, quienes, sintiéndose el ombligo del mundo, resolvieron construir una extensa muralla para apartarlos de todo lo que quedara más allá. Hoy el aislamiento es imposible. Los 300.000 habitantes del archipiélago de Islandia resolvieron hace un tiempo convertirse en un auténtico paraíso financiero, donde los altos intereses ofrecidos y pagados parecían hacer más llevadera la dura y fría vida cotidiana de esas tierras. El progreso inicial fue evidente, como suele suceder en todos los casos en que las personas deciden trastearse al mundo de sus sueños. De hecho, hasta el año 2008 se mostraba a Islandia como una de las naciones más desarrolladas del mundo, donde el Estado de bienestar marchaba como un relojito, con asistencia sanitaria gratis para todos y con educación superior asegurada para todo el que quisiera estudiar. Pero la realidad es ruda y dura. En 2008, como tenía que suceder, estalló la burbuja financiera y la estantería se vino abajo.Los 3 principales bancos de Islandia colapsaron en poco tiempo. La crisis fue de tal tamaño que el propio Estado islandés se vio abocado a la bancarrota. La verdad es que el Estado sólo se salvó de ella por obra y gracia de un préstamo de emergencia de gran magnitud que le otorgó el Fondo Monetario Internacional. Pero la economía sufrió una contracción estimada en el 75% del PIB de 2007. Adiós a los sueños de los islandeses. Lo que más sorprende del asunto es que los avezados corredores de inversión de Londres y Amsterdam confiaran miles de millones de euros de sus clientes a unos bancos afincados en un globo especulativo facilísimo de detectar. Los islandeses vivían con las comodidades de los alemanes, pero el volumen de su economía ni de lejos se los podía permitir.Los nuevos gobernantes de Islandia la han emprendido contra los banqueros irresponsables. Pero de la culpa colectiva no se salva ningún islandés. Ni siquiera con el fácil lavado de conciencia de un referendo mediante el cual los habitantes del archipiélago -después de haber disfrutado de la bonanza- acaban de declararse ajenos a las responsabilidades de sus bancos.En el mundo de hoy nadie puede aislarse, ni siquiera en las islas como Islandia. Se prepara una gigantesca demanda internacional contra el Estado de Islandia por parte de Inglaterra y Holanda, países que salieron a responder a sus inversionistas locales por el desastre islandés. Pero, honestamente, ¿con qué cara ocultan su gigantesco error los genios de la economía que aconsejaron invertir en los bancos islandeses?* * * ¿Cómo no va a estar atrasada nuestra infraestructura de calles y carreteras si los contratistas estilo Nule y los políticos tipo Moralesrussi se quedan con la plata?

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