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El poder griego

El escritor norteamericano Don DeLillo aprovechó su estadía de varios años en...

22 de junio de 2015 Por: José Félix Escobar

El escritor norteamericano Don DeLillo aprovechó su estadía de varios años en Grecia, hace algunas décadas, para adentrarse en el tejido social de ese país, descubrir sus intrincadas relaciones con pasados remotos y analizar su compleja estructura. Del libro de DeLillo se extrae una conclusión: Grecia es una sociedad harto atípica y profundamente desigual. Con dificultad podía asegurarse en 1981 que ese país podía pertenecer a la Comunidad Europea. Sin embargo en ese año se lo admitió en la Unión, a la cual llegó con sus hondas contradicciones intactas. Grecia, dentro del contexto europeo, ocupa con toda certeza un puesto en el vagón de cola. Sus 10 millones de habitantes tan solo aportan un 2% del PIB de la eurozona. Pero los que construyeron la Unión Europea olvidaron la reflexión que se atribuye a Jacques Delors: hay que ponerles costos a los sueños. Delors, el verdadero promotor de la Comunidad, trató de frenar así la euforia unionista que se desató en el continente tras comprobar los grandes éxitos de los primeros pactos económicos entre Alemania y Francia. En otras palabras, Grecia no tenía por qué entrar a una unión de naciones con economías fuertes, hasta tanto no se hubiera nivelado el desorden interno de los griegos y se hubiesen dado pasos ciertos en la construcción de una conciencia cívica similar a la que exhiben los otros países europeos. El sueño de los políticos comunitarios primó, pues todos pregonaban la majestuosidad de una unión que abarcara desde el Atlántico hasta el mar Egeo y desde el Mediterráneo hasta el Báltico.La historia es muy conocida. Sin mayores análisis los grandes bancos europeos (y entre ellos con preponderancia los alemanes) empezaron a bombear grandes recursos hacia Grecia. La bonanza comenzó como una divina comedia pero ha terminado por convertirse en una auténtica tragedia griega. Esos acreedores manirrotos no calcularon con serenidad las posibilidades de recaudar lo prestado a Grecia. El país, por su parte, organizó un auténtico festival de irresponsabilidad donde todo el mundo se elevó los sueldos, germinaron pensiones para el que quisiera tomarlas y prácticamente nadie volvió a pagar impuestos.Se acerca el día límite fijado a Grecia para que cumpla con un pago muy grande al Fondo Monetario Internacional. Ante tanta presión los griegos optaron por entregarse en manos de los populistas del partido Syriza, cuyos movimientos en el plano internacional han sido más que audaces. Ellos saben de la importancia estratégica que la esquina griega tiene para Europa. Por ello se han acercado a dos potencias emergentes, China y Rusia, en busca de ayuda. Los chinos ya operan el puerto de El Pireo. Y los rusos, aún en medio de sus estrecheces de caja, han aceptado escuchar a los líderes griegos, con quienes no hay unión étnica pero sí la que nace de la profesión común de la fe ortodoxa.Europa va a tener que ceder. Los alemanes tienen razón en criticar la irresponsabilidad griega en el manejo de los fondos comunitarios. Pero, ¿dónde estaban los auditores europeos en los 25 años en que Grecia organizó el carnaval con dineros prestados? Y en medio de la impresionante oleada de migrantes que buscan por cualquier medio llegar a Europa, es dantesco imaginar a una Grecia en bancarrota total, dejando pasar por sus fronteras hacia el resto de Europa a todos los que vengan del Sur y del Oriente.

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