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El mito electoral

En la medida en que avanza el siglo XXI cobran creciente importancia...

8 de julio de 2013 Por: José Félix Escobar

En la medida en que avanza el siglo XXI cobran creciente importancia las opiniones de quienes critican el redondeo mental que se ha hecho del concepto democrático. Los responsables son las grandes organizaciones internacionales con su horda de opinantes que –ante su fracaso en hallar la cuadratura del círculo– han empujado países enteros en solo unas cuantas categorías. Como consecuencia, han propagado el mito de que hay democracia donde hay elecciones.El filósofo alemán Ralf Dahrendorf no lo creía: “La historia indica que las elecciones no crean las democracias”. Si se llegó a afirmar que Egipto era ya una democracia porque eligió en 2012 al fundamentalista Mohamed Mursi como presidente, tal afirmación fue un error protuberante. El lobo sectario no tardó en asomar sus orejas y generó una crisis peor que la anterior.Para hacerse elegir Mursi prometió muchas cosas, que, apenas llegado al poder, olvidó descaradamente. Habló de gobernar para todos y no hizo más que completar el asalto a las instituciones por parte de los fanáticos de los Hermanos Musulmanes. Y se desentendió de la economía para tratar de postrar a toda una sociedad hacia el lejano horizonte de La Meca.Ah, las promesas electorales… En un rapto de elegante cinismo, el político francés Jacques Chirac dijo que “las promesas electorales solo comprometen a quienes se las creen”. Y hace poco el presidente del gobierno español, Mariano Rajoy, confrontado porque le demostraron que estaba haciendo todo lo contrario de lo que había afirmado cuando era candidato, contestó: “No he cumplido con mis promesas, pero he cumplido con mi deber”.Las elecciones son ante todo un mecanismo para acceder al poder. El filósofo contemporáneo Tzvetan Todorov no parece tener dudas al respecto: “Las afirmaciones hechas durante una campaña electoral no tienen como objetivo la búsqueda de la verdad, sino contribuir a la conquista del poder”. Puede decirse, entonces, que las elecciones se parecen más a las escaleras que al edificio tomado en su conjunto.La esencia democrática hay que buscarla aguas arriba. Por más que Marine Le Pen en Francia o Nicolás Maduro en Venezuela o Rafael Correa en Ecuador exhiban sus logros electorales, no pasarán nunca las pruebas de preclasificación democrática. Le Pen es una radical de derechas con inocultable propensión a la xenofobia; Maduro, bueno, es Maduro…; y Correa nunca pasará de ser un dictador que no encuentra la forma de salir del clóset.Visto lo anterior, ¿alguien sensato podría demonizar la reciente reasunción del poder por parte de los militares egipcios?* * * Excelente la decisión del Ministerio de Salud de clasificar a las EPS, con el criterio rector del respeto a los derechos de los usuarios. Las autoridades de Tránsito del país deberían someterse a una prueba similar, en la que Cali quedaría muy abajo, a juzgar por el sainete que han armado con eso de la renovación del pase, que sí toca, que no toca, que acá informan una cosa, que allá dicen otra. En lo que sí estarían al tope es en la propensión a multar a los ciudadanos, con razón o sin ella.

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