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El gran debate

El mundo desarrollado vive ahora mismo y con plena intensidad un gran...

4 de marzo de 2013 Por: José Félix Escobar

El mundo desarrollado vive ahora mismo y con plena intensidad un gran debate. En síntesis: se discute sobre el déficit, su conveniencia o inconveniencia, su permanencia en el tiempo. A este gran debate no están invitados -no deben estarlo- los economistas de corto vuelo, que son los verdaderos causantes del lío. Sería tanto como invitar a los incendiarios a una convención de bomberos. Un hecho histórico y la tergiversación de una frase han sido hallados por los investigadores como fundamentos del problema. El hecho es el doble abandono del patrón oro: al final de la Primera Guerra Mundial y de nuevo en 1971. La frase tergiversada se atribuye a Keynes: “En el largo plazo todos estaremos muertos”.Los economistas de corto vuelo descubrieron que las autoridades disponían de la cómoda facultad de emitir papel moneda sin sustento real. El matrimonio de estos asesores con los políticos cortoplacistas fue feliz para ambas partes: así, la Primera Guerra Mundial terminó con la humanidad llena de billetes sin respaldo, que sirvieron, sin embargo, para pagar pertrechos y armamentos. El festival del papel moneda sin valor terminó en la dolorosa crisis de 1929. La coyuntura fue salvada por el inglés Keynes, cuyas doctrinas fueron mucho más pragmáticas que consistentes. Se encuentran lecciones de Keynes defendiendo una posición y también la contraria. Lo cierto es que el economista inglés cambió el rumbo de las cosas y con su bendición al gasto público hizo que la economía del mundo, tras la crisis de 1929, se revitalizara. No parece haber duda acerca de que la receta de Keynes era específica para una coyuntura determinada. De allí el sentido de su comentada frase: para salir del problema inmediato se podían hacer cosas poco ortodoxas, puesto que en el futuro no alcanzaríamos a ver las consecuencias. Pero los economistas de corto vuelo se tomaron la sátira de Keynes como un credo y encendieron, sin pudor ni rubor, la máquina de crear monedas sin respaldo.El resultado: inflación y déficit. Basándose en la ambigüedad de Keynes, el comisario europeo Olli Rehn, ferviente partidario de la austeridad, acaba de decir: “No estoy seguro de si el propio Keynes sería hoy keynesiano. Yo, de hecho, sí lo soy”. Su brillante contradictor en el debate mundial ha sido el norteamericano Paul Krugman, para quien la reducción de los gastos solo causa sufrimientos a la gente, por lo cual apoya abiertamente la continuidad del déficit.La verdad parece estar en el medio: ante el hecho del gasto desbordado, es obligatorio reducirlo. No con los dolorosos recortes que el Congreso norteamericano acaba de imponer al presidente Obama, sino con lentitud y tacto.***Gina Parody no entiende su gran responsabilidad política en la desastrosa elección de Petro como alcalde de Bogotá. Ni siquiera sabe que el Sena no es de los bogotanos, sino de todos los colombianos. Y todavía cree que el destino de este vasto país depende de lo que suceda en la sabana de Bogotá. ¿Qué mal le ha hecho el Sena al país para que coloquen a una líder despistada al frente de la institución?

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