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Colombia es una sola

Según se informa, el comentario de la Canciller colombiana, cuando se le...

17 de febrero de 2014 Por: José Félix Escobar

Según se informa, el comentario de la Canciller colombiana, cuando se le puso de presente que la región occidental del país se sentía agraviada por la escogencia de Cartagena como sede de la Cumbre de la Alianza del Pacífico, fue un simple “Colombia es una sola”. En términos generales la señora Canciller tiene razón. Todos los rincones del país son la misma patria.Siguiendo esa lógica, el próximo encuentro entre los presidentes de Colombia y Ecuador podría escenificarse en Santa Marta. No en Ipiales o en Tulcán, como lo impone la geografía, sino en la bella y turística capital del Magdalena. Y, de paso, podrían llevarse el Festival del Cuy a Ciénaga, sacándolo de Pasto donde se celebra todos los años. Colombia es una sola, manifiesta la canciller. El encuentro binacional Colombia – Venezuela para qué celebrarlo en Cúcuta, si es mucho más turística Villa de Leyva. Y de contera la funcionaria podría promover que el festival del joropo y la música llanera (que acerca a las dos naciones) tuviera lugar en Medellín, por ejemplo. ¿No cree la señora Canciller que sería chirriadísimo?Esta Ministra de Relaciones Exteriores sin duda pasará a la historia por su capacidad de convertir en frívolos eventos sociales los acontecimientos de política internacional, que se suponen serios. Ya algunos críticos la han catalogado como una relacionista pública. Parece que algunos presidentes y sus esposas manifestaron su interés por conocer Cartagena; entonces la señora canciller no tuvo ningún inconveniente en voltear el mapa de Colombia al revés y encontrar, con insultante ligereza, que el Pacífico estaba donde queda el Atlántico y viceversa.Otro de los problemas de la Ministra de Relaciones es que no se sabe qué es peor, sus palabras o su silencio. Famosas son sus salidas en falso, como cuando a pocas semanas de ser dictado el fallo de La Haya apareció aceptando de antemano una decisión “salomónica”. Ya sabemos cuántos miles de kilómetros cuadrados de mar Caribe nos costó esa precipitada aquiescencia. ¿Y qué decir del regaño público de la Ministra a los familiares de varios compatriotas que esperan sentencias de pena capital en China por delitos relacionados con el narcotráfico? Lo que estos colombianos necesitan no es una admonición moralista. Se sabe que los humanos delinquen, pero riñe con nuestra escala de valores la imposición de penas de muerte. “Quién los manda”, dijo más o menos la frívola Canciller.Cuando calla es cuando debería hablar y explicar. Hasta el momento en que se escriben estas líneas la sofisticada funcionaria no ha dicho una palabra sobre la grosera censura de que víctima el miércoles pasado el canal NTN24 en Venezuela. ¿Será por no enojar a sus nuevos mejores amigos, los chavistas? Y sobre la sigilosa indemnización que pagó el Estado colombiano a los familiares de un ciudadano ecuatoriano que estaba en el campamento donde fue abatido Raúl Reyes, nada de nada.Como Colombia es una sola, con todo respeto se le podría proponer a la funcionaria que trasladara su despacho por un mes a Buenaventura. Allí la Canciller podría constatar la extrema pobreza y la violencia que se abaten sobre nuestra ciudad–puerto. Y de paso podría llegar a aprender las diferencias que existen entre un chontaduro y un bolloeyuca. Aunque es muy probable que esta sofisticada Canciller en su vida haya probado ni el uno ni el otro.

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