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“Yo, el supremo”

Los expertos en sociología política deben iniciar el estudio a fondo de...

7 de noviembre de 2013 Por: Jorge Restrepo Potes

Los expertos en sociología política deben iniciar el estudio a fondo de lo que sucede con esa manía del expresidente Álvaro Uribe de estar a cada rato fundando “partidos” que se acomoden a su particular manera de interpretar a la sociedad colombiana.Para llegar a la Presidencia registró ‘Primero Colombia’. En la mitad de sus dos períodos presidenciales le dio por crear La U, con esa vocal que es la inicial de su apellido, con el propósito de incluir en ella a todos sus fanáticos admiradores. Juan Manuel Santos y Óscar Iván Zuluaga fueron los principales impulsores de la iniciativa, y José Obdulio Gaviria oficiaba como filósofo del proyecto. Ese engendro no tenía más finalidad que liquidar el Partido Liberal al que Uribe tenía entre cejas, vaya usted a saber por qué, pues siempre se había arropado con el trapo rojo para llegar a las posiciones que ocupó antes de ser presidente.Y, definitivamente, sí le hizo mucho daño al partido, pues al conjuro del sumo dispensador de puestos, muchos líderes de la colectividad se fueron con sus votos a las toldas uribistas: Aurelio Iragorri, Armando Benedetti, Roosevelt Rodríguez, y tantos otros cuya ausencia la sentimos en las urnas. Ese partido, en el que casi todos habían sido liberales, alcanzó en las elecciones parlamentarias de 2010, veinticinco curules en el Senado, en el que hoy sólo permanecen fieles Juan Lozano y Juan Carlos Vélez, que no aparecen en la lista cerrada que encabeza Uribe para los comicios de marzo.Ahora el inquieto ex presidente funda el Puro Centro Democrático, pero como ese nombre no dice nada y necesita faro que guíe a sus parciales hacia la tierra prometida, él -o, seguramente, Fernando Londoño-, quita el ‘puro’, que sonaba cínico con tantos de sus miembros encarcelados por delitos surtidos, y pone en su lugar el apellido del prócer para que nadie lo confunda con la traidora ‘U’, que ya forma parte del patrimonio electoral del odiado presidente Santos.Pero Uribe Centro Democrático no es un partido político sino una especie de capilla o congregación religiosa, que gira alrededor de la figura mesiánica del líder, tal como se vio en la convención que hubo en Bogotá y de la que salió Óscar Iván Zuluaga de candidato presidencial, pasándose por la galleta al buenazo de Pachito, que tenía a su favor todas las encuestas y que era el único que podía hacer frente a su primo Juan Manuel.De pronto Uribe pensó que a Pacho, como en su momento al pariente, le brotaría el liberalismo familiar y le dio temor a la voltereta, una vez elegido. Ahí surgió el tipo preciso porque Zuluaga maneja bien el tema económico y es una buena persona, menos contagiado por el odio del sumo sacerdote.No quisiera yo estar en los pantalones de Zuluaga pues será, a pesar de que él no lo quiera, candidato de segunda detrás del caudillo. Si aparecen juntos en la tarima, Uribe se llevará los aplausos, y si no sale el patrón, la audiencia preguntará: ¿Y, Uribe dónde está? Si el soberbio político pudiera ser candidato, la cosa sería a otro precio pues tiene zonas de opinión que le rinden culto. Pero Uribe no es el candidato sino apenas amo del candidato, y a los que votan no les gustan los siervos sino los dueños. No la tendrá fácil el cordial Óscar Iván que, de veras, merece mejor suerte en la política colombiana, pues siempre estará opacado por la sombra de “Yo, el Supremo”, como el personaje de Roa Bastos.

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