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En abril de 1950, cuando don Álvaro Lloreda fundó este diario, Colombia vivía una atroz situación política.

4 de marzo de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

En abril de 1950, cuando don Álvaro Lloreda fundó este diario, Colombia vivía una atroz situación política. Estaba por terminar el periodo presidencial de Mariano Ospina Pérez y el máximo jefe conservador, Laureano Gómez, se alistaba para asumir el mando, al que había llegado en solitario pues el Partido Liberal decretó abstención electoral por la falta de garantías oficiales, al punto de que se atentó contra el candidato Darío Echandía, en el centro de Bogotá, en donde cayó muerto su hermano Vicente por un disparo salido de un fusil del ejército.

En ese caldeado ambiente aparece el primer número de El País, y a decir verdad, no se matriculó en la academia del odio a los liberales en un medio como Cali y el Valle de incontrovertibles mayorías rojas, y así fue ganando espacio entre los lectores, compitiendo con Relator de orientación liberal, y con Diario del Pacífico, conservador.

Don Lalo, como todos conocían a Lloreda, era un destacado empresario, y con esa experiencia quiso y lo logró hacer del suyo un periódico que compitiera con los grandes diarios nacionales, alcanzando tal reconocimiento ciudadano que sus páginas se llenaban de publicidad, especialmente de clasificados, que según el fundador eran la fuente principal de los ingresos.

Pienso que El País ha sido en estos 70 años el decano de la prensa regional, en la que está solo pues Occidente, otro buen periódico fundado por ese gran caballero que es Álvaro H. Caicedo, desapareció.

En esos 70 años, este columnista ha cubierto 44 desde cuando Beatriz López y Jorge Arturo Sanclemente, a la sazón jefe de información y subdirector, respectivamente, me invitaron a escribir dos columnas semanales. No tenía más experiencia que la que me dejó el tránsito por El Pueblo, bajo la dirección de mi amigo y copartidario Marino Renjifo, quien se retiró y yo me fui detrás, cuando el diario de Luis Carlos Londoño decidió quitarle el apoyo político a Carlos Lleras Restrepo para caer en brazos de Julio César Turbay. Escribo para este diario, al principio dos y luego una columna semanal, que ha sobrevivido hasta hoy. Soy por eso testigo de la amplitud de criterio del periódico pues mis notas jamás han sido objeto de censura, ni colgadas, como se dice en el argot periodístico, cuando la dirección considera impublicable una colaboración.

Y conste que en estos largos años casi siempre he estado defendiendo una línea política distinta a la de este medio. Jamás me han dicho que cambie una nota o que suprima un párrafo. He tenido libertad plena para volcar en estos 3400 caracteres mi pensamiento sobre el acontecer nacional.

El mío ha sido un espacio de marcado acento liberal, en el que he librado recios combates en favor de mi partido, cuando valía la pena librarlos, antes de que se convirtiera en una bolsa de empleos y de avales espurios en que está hoy.

Los periódicos del mundo entero, entre ellos gigantes como The New York Times, The Washington Post, The Wall Street Journal, todos de Estados Unidos, han padecido la dura competencia de los medios digitales en los que hoy la gente se entera de todo lo que necesita saber, especialmente noticias. Además, los jóvenes que no levantan la cabeza de los móviles, no leen periódicos impresos. Ni libros, digo yo con inmensa tristeza.

Atraviesa El País por dificultades económicas que lo obligan a acudir a la ley de Reorganización Empresarial. Saldrá adelante del bache financiero. Sus miles de lectores así lo esperamos. No desaparecerá. Cali, el Valle y Colombia lo necesitan.

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