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“Señora muerte…”

Desde luego que la vida pasa factura a medida que envejecemos, pero...

10 de diciembre de 2015 Por: Jorge Restrepo Potes

Desde luego que la vida pasa factura a medida que envejecemos, pero hay fallecimientos que conmueven profundamente cuando se trata de seres, que aun sin pertenecer al cercano entorno, han sido referentes de la sociedad colombiana y, por eso, cuando nos dejan sentimos un vacío infinito.Tal me sucede con la partida definitiva de don Jaime Cardona Parra, a quien jamás estreché su mano, pero su presencia en el escenario comercial de Cali, del Valle y de Colombia me llamaba la atención pues sabía que sin títulos universitarios, ni especializaciones, ni doctorados, tenía más condiciones para merecer el reconocimiento ciudadano que muchos egresados de las más distinguidas universidades del mundo.Quienes somos sus contemporáneos podemos dar fe que en la Calle 14 de Cali surgió la tienda a la que todos entramos algún día y en la que todos dejamos unos pesos en la registradora: ‘Cacharrería La 14’, y amigos de don Jaime me cuentan que él expresaba con orgullo ser ‘cacharrero’.De ese modesto almacén en el centro de Cali nace esa inmensa empresa que es ‘La 14’, que por muchos años, aún siendo grande, continuó llamándose ‘Cacharrería’ y así figuraba en los certificados de la Cámara de Comercio.Con el paso del tiempo ‘La 14’ fue extendiendo su imperio y llegó a ser eso que se conoce como “grandes superficies”, y con don Jaime Cardona Parra al frente fue abriendo espacios en varias ciudades del Valle y cumplió el gran reto de abrir gigantesca sucursal en Bogotá.La muerte de don Jaime, un típico caldense emprendedor pero caleño y vallecaucano como cualquier paisano nuestro, es un modelo digno de imitar por los jóvenes que deseen abrirse camino en el mundo de los negocios, con una palabra que este varón egregio siempre practicaba: perseverancia.***Llegué a creer que Luz Marina Zuluaga era inmortal porque el paso del tiempo hizo poca mella en su bella figura, y a sus 77 años era una hermosa mujer.En julio de 1958 Colombia salía de un período atroz de una de sus recurrentes violencias. Se había logrado la consolidación del Frente Nacional que puso fin a la guerra civil no declarada entre liberales y conservadores. Alberto Lleras, uno de los más grandes líderes que registra la historia, se posesionaría el 7 de agosto de la Presidencia de la República, luego de que el Plebiscito del 1° de diciembre de 1957 acogiera una reforma constitucional que garantizaba el reparto del poder entre las dos colectividades hasta entonces en conflicto.El año anterior, en Cartagena, Doris Gil Santamaría fue coronada Señorita Colombia, y Luz Marina Zuluaga quedó virreina. Doris -años después asesinada cobardemente junto a su marido Helmuth Bickenbach en el secuestro de ambos- renunció al título y Luz Marina fue al concurso de Miss Universo en Long Beach y de allá trajo el cetro.Al año siguiente en la Feria de Tuluá la conocí y realmente era de una belleza espectacular, con rostro y medidas perfectas, y con la distinción propia de su estirpe manizalita, cuya gente es orgullo del país, y Luz Marina fue la más fiel exponente de su raza.Vuelvo la memoria a 1958 y la veo en su llegada a Bogotá en un automóvil convertible y con la muchedumbre en las calle ovacionándola con ese espíritu de súbditos que tenemos los colombianos. Me parece que fue ayer y siento su muerte como la sentimos todos sus compatriotas. Con ella se va un trozo de lo mejor de Colombia.

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