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Se lució Colombia

No sé cómo llamaría el doctor Carlos Climent, profundo conocedor de la...

1 de septiembre de 2011 Por: Jorge Restrepo Potes

No sé cómo llamaría el doctor Carlos Climent, profundo conocedor de la psique humana y columnista destacado de este diario, el fenómeno colectivo que mostramos los colombianos cuando un día somos capaces de lo peor y al siguiente cumplimos verdaderas hazañas que nos hacen quedar bien ante el mundo.Se me ocurre esto al ver lo que hizo Colombia cuando fue señalada para ser sede del Mundial Sub- 20 de fútbol, el segundo certamen en importancia que tiene la Federación Internacional de Fútbol Asociado, Fifa, entidad que cuenta con más países afiliados que la misma Organización de Naciones Unidas, ONU.Fui uno de los que pensaron que el país no tenía el soporte financiero ni la capacidad organizativa para sacar adelante ese compromiso, que nos pondría a la vista de todo el planeta, y ya veía a varias delegaciones quejándose del robo de sus pertenencias en los aeropuertos.Para no hablar de los estadios que estaban crudos a pocos días del inicio, empezando por el Pascual Guerrero de Cali, al que no se le apreciaba adelanto faltando pocas semanas para el compromiso. Pero se logró terminarlo casi completamente, y quedaron listos El Campín de Bogotá, el Centenario de Armenia, el Jaime Morón de Cartagena, el Hernán Ramírez Villegas de Pereira, el Atanasio Girardot de Medellín, el Metropolitano de Barranquilla y el Palogrande de Manizales. Ahí quedan esos estadios en los que se desarrollará buena parte de los torneos de fútbol nacionales. Ojalá no se los ‘tiren’ presentando espectáculos distintos en los que se utilice la gramilla.El comportamiento de la gente fue ejemplar. Ni una sola nota discordante dieron los aficionados que colmaron los distintos escenarios, superando la cifra de 1.300.000 espectadores en los partidos que se cumplieron desde el comienzo hasta el fin del torneo.Quiero rogarles a las autoridades de las ocho ciudades a cuyos estadios se les quitó la malla que separa el público del campo de juego, que dejen eso así, que es una manera de civilizarnos, y que la policía y los jueces cumplan sus deberes sancionando severamente a quienes invadan las gramillas. Y que a los otros estadios también les quiten las mallas.Cuando asistí, hace muchos años al debut de Alfredo Di Stéfano con el Real Madrid en el estadio Chamartín, luego Santiago Bernabeu, me llamó la atención la falta de malla divisoria y por eso le pregunté a un español que estaba a mi lado si la gente no ingresaba al campo de juego. Me respondió que al primero que lo hizo le aplicaron el garrote vil. ¿Y eso qué es?, pregunté con ignorancia total. Pues es la forma como el régimen aplica la pena de muerte, con un palo que tiene en una punta un dispositivo que acciona la cuerda que tiene el otro lado, de modo que el lazo va cerrándose en el cuello hasta que el tipo muere. Naturalmente eso sucedía en la dictadura franquista. Yo no pido sanción tan drástica pero debe haber cárcel para que las barras bravas no agredan a los jugadores o al árbitro.Y hablando de fútbol, el ‘Bolillo’ Gómez se tuvo que ir de la Selección Nacional por su conducta desabrochada. Es imposible que una figura pública —y Gómez lo es— mande a la juventud un mensaje tan funesto como el que envió con su proceder de macho en celo, tan censurable como la frase de Álvaro González, directivo del fútbol criollo, contra Piedad Córdoba.Ahora esperemos que nos den la sede del Mundial de mayores en 2026.

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