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Rafael Uribe Uribe

“Bendita seas democracia, aunque así nos mates”, exclamó el maestro Guillermo Valencia...

16 de octubre de 2014 Por: Jorge Restrepo Potes

“Bendita seas democracia, aunque así nos mates”, exclamó el maestro Guillermo Valencia en la oración fúnebre que pronunció en el Cementerio Central de Bogotá en el sepelio del general Rafael Uribe Uribe, asesinado el 15 de octubre de 1914 en la acera oriental del Capitolio Nacional, a eso de la 1:30 p.m., cuando se dirigía desde su casa cercana a desempeñar sus funciones como congresista por el Partido Liberal. Dicho sea de paso, en una legislatura anterior fue el único representante de su colectividad porque el gobierno de turno aplicaba la “ley de arrastre” con la que acaparaba todas las curules.Dos oscuros artesanos, Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, descargaron sus hachuelas sobre el cráneo de Uribe Uribe, quien en medio de dolores atroces y ante la impotencia médica para salvarlo, pues las profundas heridas comprometieron severamente los lóbulos cerebrales. Amigos suyos lo llevaron hasta su residencia, todavía lúcido, en donde lo esperaban los amorosos brazos de su esposa doña Sixta Tulia Gaviria, quien alcanzó a preguntarle “¿te duele mucho, Rafael?”, y lo último que pudo decir su marido fue “figúrate si no”. Vino el desvanecimiento y en la madrugada del 15 el héroe entró a la inmortalidad.Rafael Uribe Uribe es, sin lugar a duda, uno de los más altos tipos humanos que haya dado Colombia. Abogado, gramático, militar, parlamentario, diplomático, excelente hombre de hogar, miembro de ilustre familia proveniente de las montañas antioqueñas – nación en Valparaíso en 1859 -, fue un combatiente sin tregua por la libertad de sus compatriotas. Cuando su partido se vio acosado por las fuerzas extremas de la derecha, no vaciló en marchar a las trincheras para defender su ideario político. Participó en las guerras civiles de 1876, 1885 y en la que se conoce como la de “Los mil días”, que fue tremenda y en la que murieron más de cien mil colombianos. Todas esas conflagraciones las perdió Uribe pues en todas triunfaron las fuerzas oficiales, especialmente en la batalla de Palonegro que obligó a la cesación de los combates y a la firma de los tratados de Neerlandia y del acorazado Winsconsin.Al pactarse la paz, Uribe se convirtió en el adalid de la reconciliación, y desde el Congreso, a pesar de hallarse en minoría, hizo lo que estuvo a su alcance para que se aclimatara la concordia. En efecto, fue factor decisivo en la elección de José Vicente Concha, conservador, que derrotó al liberal Nicolás Esguerra, lo que le trajo serías desavenencias con sus copartidarios, y eso pudo ser el caldo de cultivo para el odio que movió los brazos asesinos de Galarza y Carvajal.Uribe Uribe fue figura notable tanto en el país como en el exterior, pues como orador magnífico que era, dejó su impronta en diversos escenarios, pues era autoridad en los más variados aspectos del conocimiento, y estaba al día en los desarrollos de la ciencia. La agricultura fue una de sus pasiones y se volvió experto en el cultivo del café, en el que veía el fundamento económico del país. Siempre se interesó en el mejoramiento de los suelos para que produjeran lo que los colombianos necesitaban para la subsistencia.Ayer se cumplieron 100 años del asesinato de Rafael Uribe Uribe. Queda la hermosa alegoría que la Patria erigió en su memoria en el Parque Nacional de Bogotá, con estas tres palabras que lo dicen todo: Apóstol, Paladín, Mártir.

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