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“¿Qué están fumando éstos?”

En alguna sesión tormentosa del Senado de la República en 2003, en...

26 de julio de 2012 Por: Jorge Restrepo Potes

En alguna sesión tormentosa del Senado de la República en 2003, en pleno reinado uribista, el a la sazón ministro del Interior y de Justicia, Fernando Londoño Hoyos, ante alguna barrabasada cometida por la Corporación, se atrevió a lanzar la pregunta que entre comillas me sirve de título para esta nota, y que los colombianos podemos repetir ahora frente a las atrocidades que se están cometiendo en ambas cámaras legislativas, que van más allá del atropello de la comisión de conciliadores en el aberrante caso del acto legislativo que pretendió reformar a la Justicia.El Congreso, no está por demás reiterarlo, es un cuerpo creado por la Carta Política, consubstancial con la democracia pues de él depende, nada más ni nada menos, la expedición de las normas que reglan nuestra vida ciudadana, con facultades tan amplias como imponer tributos, señalar las penas privativas de la libertad, aprobar el Presupuesto Nacional, elegir a varios de los altos funcionarios del Estado, y reformar la Constitución. Es, de los tres poderes, el que mayor influjo tiene sobre el pueblo pues a través de las leyes puede introducirse en la vida de todos los colombianos, jóvenes y viejos.Hubo épocas en Colombia en las que al Congreso iban los más capaces y los más ilustres ciudadanos del país. Naturalmente, había parlamentarios buenos, regulares y malos, pero desde luego la jerarquía de los buenos era superior a la de los mediocres y se cometían por esa circunstancia afortunada, menos barbaridades. Ahora hay parlamentarios excelentes, pero son la minoría.Hoy, con ese esperpento del voto preferente, uno de los peores engendros de la Constitución de 1991, los partidos no presentan listas cerradas sino colchas de retazos en las que se cuela toda suerte de indeseables que llegan al Capitolio con unos pocos votos, fruto de sus capillas clientelistas, movidas al son de los estímulos burocráticos y pecuniarios. Sin ese voto preferente no iría a Bogotá más de la mitad del actual Congreso, pues esa mitad produce ganas de llorar por la ignorancia oceánica de quienes la componen. Se debe, entonces, terminar con esas vagabunderías de la circunscripción nacional para Senado y el voto preferente para ambas cámaras.Varios de los congresistas –senadores y representantes– que intervinieron en la atroz conciliación en la reforma a la Justicia, aspiran a presidir comisiones del Congreso. De hecho ya eligieron en la Comisión Primera a Gustavo Puentes, que es una cachetada al pueblo colombiano que repudia a esos sujetos que enlodaron, aún más si cabe, esa institución, pilar del sistema representativo.Menos mal que el cuestionado secretario del Senado, Emilio Otero, declinó su aspiración a la reelección en ese cargo, pues él fue una especie de notario del acta conciliatoria, que dio lugar a tamaño escándalo, que puso en pie a toda la Nación, enardecida por la vil trapacería. Ojalá Roy Barreras, el más hábil de los actuales políticos colombianos, sepa presidir con decoro la corporación senatorial. Tiene los ojos del pueblo observándole. Entonces, la pregunta que en su momento formulara Fernando Londoño puede hacerse hoy también y preguntar qué está fumando el Congreso pues su conducta, en contravía de la opinión, es como darse un tiro en la oreja.Como aquí todo se olvida, en 2014 veremos a los mismos en las listas aspirando a llegar de nuevo al Congreso para continuar las felonías en perjuicio de Colombia.

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