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Plebiscito

El problema de contar con buena memoria es que los malos recuerdos...

19 de noviembre de 2015 Por: Jorge Restrepo Potes

El problema de contar con buena memoria es que los malos recuerdos no se borran y con frecuencia nos regresan al pasado en el que fuimos espectadores de acontecimientos dramáticos, que ya forman parte de la historia. Va uno de ellos.El 6 de septiembre de 1952 entré al Teatro Apolo en la Calle 17 de Bogotá a ver una película, cuando a los pocos minutos de iniciar la función, los que allí estábamos comenzamos a sentir un calor insoportable que obligó la desocupación de la sala. Resulta que a esa misma hora -4:00 p.m.- ardía la sede de la Dirección Liberal Nacional en el costado norte del Parque Santander, que lindaba con el Apolo.Simultáneamente, se alzaban las llamas en las oficinas y rotativas de los diarios liberales El Tiempo y El Espectador, y en las residencias del expresidente Alfonso López Pumarejo -vecino inmediato del presidente de la República Roberto Urdaneta- y del jefe del liberalismo Carlos Lleras Restrepo. Ambos salieron al exilio bajo amparo diplomático. Todos supimos quiénes fueron los autores intelectuales de la hazaña. Traigo a colación esta remembranza para decir que yo, estudiante de 5° de bachillerato, creí que esos actos vandálicos cometidos por esbirros del régimen imperante, harían imposible la reconciliación de las dos colectividades en que se dividía la política nacional.Cayó el gobierno conservador y sube Rojas Pinilla quien en la misma noche del golpe de Estado -13 de junio /53- prometió que no se vertería más sangre de “los hijos de una misma Colombia inmortal”. El viento se llevó sus palabras porque la hemorragia continuó.Por fortuna, dos contendientes -uno liberal, Alberto Lleras, y otro conservador, Laureano Gómez- se reunieron a orillas del Mediterráneo español y suscribieron un pacto que permitió detener la confrontación fratricida. El 10 de mayo de 1957 Rojas salió del Palacio de San Carlos y entregó el Gobierno a cinco altos oficiales de la Fuerzas Armadas quienes de acuerdo con los jefes políticos concibieron el Frente Nacional. De allí surgió la idea del plebiscito del 1 de diciembre de aquel año que introdujo a la Constitución la paridad de liberales y conservadores en las tres ramas del poder público, ratificó el voto femenino, legitimó el mandato de la Junta Militar y produjo otras reformas a la Carta.Nadie habló de pedir perdón, ni de reparación de víctimas, ni de justicia transicional. Todos nos declaramos a favor de la reconciliación y olvidamos las atrocidades de la Violencia, que después volvió pero por otras motivaciones.Cursa ahora en el Congreso un proyecto de ley presentado por el senador Roy Barreras, con la anuencia del Presidente que ya envió mensaje de urgencia, que autoriza al Gobierno para convocar un plebiscito sobre el acuerdo de paz que se logre en La Habana, en el que el pueblo se pronunciará marcando SI o NO en respuesta a pregunta única sobre ese tema. Pienso que con el antecedente de hace 58 años, no hay otro medio más idóneo que un plebiscito para aprobar o improbar lo que salga de la isla antillana.Cualquier otra fórmula sería insensata. Ni Asamblea Constituyente, ni referendo, ni nada por el estilo. Con umbral reducido para su validez y por mayoría simple, los colombianos asentiremos o negaremos lo que firmen el Gobierno y las Farc.Yo votaré por el SÍ, como lo hice en 1957, porque hoy como entonces me siento en la obligación de apoyar lo que sirva para que Colombia pueda vivir en paz.

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