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Oposición constructiva (?)

Tengo estas inquietudes que no he podido aclarar, y que me llevan a concluir que soy un ignorante al que se le cierra el seso para comprender la sacrosanta doctrina del líder antioqueño. Ahí van.

26 de julio de 2018 Por: Jorge Restrepo Potes

Ojalá alguna de las universidades locales, en su facultad de Ciencia Política, iniciara la cátedra de Uribismo, en la cual me matricularía de inmediato a ver si logro entender, de una vez por todas, lo que encierra como proyecto de Estado ese sector de seguidores fanáticos de Álvaro Uribe, cuyos propósitos son incomprensibles aun para estudiosos del tema.

Tengo estas inquietudes que no he podido aclarar, y que me llevan a concluir que soy un ignorante al que se le cierra el seso para comprender la sacrosanta doctrina del líder antioqueño. Ahí van.

Primera: no entiendo que el Presidente electo haya resuelto darle a Álvaro Uribe el título de ‘Presidente Eterno’ -así con mayúsculas-, porque de entrada admite que si bien él asumirá el cargo el 7 de agosto hay un personaje que por su eternidad no le permitirá llegar ‘solito’ al mando. Duque, presidente; Uribe, Presidente Eterno. ¿En qué momento de insania se metió en ese tremendo lío? ¿Cómo podrá sentirse presidente, si hay otro que, por ser eterno, estará ahí cerquita en el despacho de la Casa de Nariño?

Si no se despoja de la mancha atroz de lambonería, la va a pasar mal. Y no se despojará pues ese es su destino manifiesto, tal como lo demostró ante el rey Felipe VI de España, en esa vergonzosa entrega de ‘saludes’ de Uribe al monarca. Y como si fuera poco el oso, metió también al saludable Pastrana, cuyo coeficiente intelectual está por analizarse.

Segunda: los cerebros del uribismo han resuelto que los votos que obtuvo Petro el 17 de junio valen nada porque son una colcha de retazos, como las que hacía mi abuela Alicia White con los recortes de las telas que usaba para hacerles ropa a sus nietos. No existen para ellos los 8,3 millones de votos por Petro pues todos vagan en una nebulosa por la diversidad de apoyos que recibió: algunos verdes, gente del Polo, liberales como este servidor, los suyos propios, y uno que otro locato ‘castrochavista’. No hubo nadie votando a Petro. Así que esa oposición es ‘chimba’.

Pero los que no son ‘chimbos’ son los sufragios que logró Duque, en donde hubo una amalgama de oportunistas que se subieron al bus de la victoria y que ahora aspiran a que les retribuyan la genuflexión. Con ‘el que dijo Uribe’ estuvieron el CD, Cambio Radical (con Vargas Lleras a la sombra), los gaviristas -sedicentes liberales-, los conservadores siempre tendidos al sol que más alumbra, los del Mira, y, desde luego, Viviane Morales y Sofía Gaviria que se volaron con las curules que les había otorgado el liberalismo en el Senado.

Tercera: hay connotados uribistas que le exigen a Petro y a los que van a declararse -por mandato de la ley- en oposición al gobierno de Duque, que esa oposición sea constructiva, es decir, suave, lo que es un despropósito porque ninguna oposición debe ser constructiva pues ella representa la alternativa de poder que se le plantea al gobierno de turno. Naturalmente, la oposición debe ser respetuosa de las instituciones y no apelar al insulto y a la mentira, como la que hizo Uribe durante los ocho años del gobierno Santos. ¿O es que quiere doña Paloma que Petro, Ángela Lozano, Jorge Robledo e Iván Cepeda sean senadores tibios con el elegido por Uribe?

No se puede. Habrá oposición férrea en el Congreso y en los espacios permitidos por la democracia, exigiéndole al Gobierno que no se aparte de sus obligaciones constitucionales.

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