El pais
SUSCRÍBETE

Libros

Tengo por Armando Barona Mesa gran admiración, construida en los más de 50 años transcurridos desde cuando se presentó a mi oficina de abogado en Tuluá para invitarme a ingresar al nuevo movimiento político que en el Valle acaudillaba Carlos Holmes Trujillo.

15 de enero de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

Tengo por Armando Barona Mesa gran admiración, construida en los más de 50 años transcurridos desde cuando se presentó a mi oficina de abogado en Tuluá para invitarme a ingresar al nuevo movimiento político que en el Valle acaudillaba Carlos Holmes Trujillo.

Yo, que he tenido desde niño vocación política, acepté e inicié con discurso de oferente en el banquete que en homenaje a Trujillo se dio en el Restaurante Parma de Cali. Jamás pude salirme del ajetreo político y aún, con los años a cuestas, sigo de activista al pie del trapo rojo.

Barona, por el mismo grupo político, fue senador de brillante desempeño y luego embajador destacado en países europeos. Tuvo el coraje de abandonar las trincheras, y se dedicó con éxito a ejercer su profesión de abogado en el campo del derecho penal, donde fulge como competente jurista.

Pero mi amigo resolvió que lo suyo era la historia, y sin vacilar, se convirtió en investigador a fondo de hechos trascendentales del devenir patrio. Hace unos años sacó de la imprenta el libro sobre Antonio José de Sucre, más que todo enfocado en el asesinato del Gran Mariscal de Ayacucho –“mi valeroso Ney”, como lo llamaba Bolívar- en las montañas de Berruecos, que Armando pone a José María Obando detrás del crimen, por las intrigas políticas que vivía Colombia después de su independencia de España.

Ahora Barona nos trae “Córdova, Gloria y Asesinato del Héroe”, que narra con detalles la vida de José María Córdova, también héroe de Ayacucho, que, a los 11 años se incorporó a las filas insurgentes en las que destacó pues fue premiado por el Libertador con rápidos ascensos, que lo llevaron al generalato. Con sólo 30 años fue villanamente asesinato por el oficial británico Rupert Hand.

Para quien quiera enterarse de esa etapa crucial de nuestro violento país, debe leer estos libros que muestran al gran historiador que hay en la amable persona de Armando Barona.

***

Rafael Araújo Gámez es, a mi juicio, el mejor narrador de fútbol nacido en Colombia. El otro grande fue el costarricense Carlos Arturo Rueda. Al retirarse de los micrófonos Araújo se dedicó a comentar en este diario los libros de actualidad y siempre es muy acertado en sus conceptos literarios, pues leer los que recomienda resultan de amena lectura.

Leí hace unos años su obra ‘Baila, negro, baila’, que es agradable narración sobre un salsero. Y ahora se viene con ‘Fútbol, relatos de pasiones’, un verdadero regalo para los amantes del rey de los deportes, en el que Araújo es autoridad pues lo vio todo en sus 50 años de estar en las cabinas de transmisión con Mario Alfonso Escobar, mi querido doctor Mao, que exaltaba a su compañero como “el narrador que Cali consagró”.

Esta nueva obra de Araújo tiene semejanza con ‘Fútbol a sol y sombra’ del inolvidable Roberto Fontanarrosa pues ambos cuentan episodios ligados al fútbol, con la precisión de dos maestros, porque tanto el colombiano como el argentino nos llevan de la mano a conocer o recordar escenas del balompié, que desconocíamos o habíamos olvidado, como la tragedia que vivió Moacir Barbosa, el portero al que los uruguayos Ghiggia y Schiaffino le encajaron dos soberbios goles en el Maracaná, en el partido que perdió la selección brasileña 1-2, que con el simple empate se hubiera hecho con el campeonato mundial. Al arquero le imputaron ese desastre y sus compatriotas lo odiaron hasta el día de su muerte.

AHORA EN Jorge Restrepo Potes