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Faraón con carriel

Todo parece indicar que el muy magnífico señor don Álvaro Uribe Vélez ya no es par ni del Zeus griego ni del Júpiter romano, dos dioses mitológicos que no alcanzan la jerarquía del patriarca antioqueño

24 de marzo de 2021 Por: Jorge Restrepo Potes

Todo parece indicar que el muy magnífico señor don Álvaro Uribe Vélez ya no es par ni del Zeus griego ni del Júpiter romano, dos dioses mitológicos que no alcanzan la jerarquía del patriarca antioqueño porque ahora el refundador de la patria toma una más encumbrada dimensión universal.

Un lambón paisa -Iván Restrepo Jaramillo- en un denso estudio de 2.232 folios, seguramente escritos en papiro, trae la genealogía del exdetodo, y pretende hacernos creer que desciende del faraón de Egipto Amenhotep IV, una de cuyas concubinas era Nefertiti, tantas veces mostrada en el cine en las películas bíblicas de Cecil B. DeMille, una de ellas protagonizada por la bella actriz Anne Baxter, quien caía rendida a los musculosos brazos de Charlton Heston, un protogodo que fue hasta su muerte presidente de la Asociación Nacional del Rifle, que defiende el porte libre de armas de fuego en Estados Unidos, que causa masacres como la que acaba de suceder en Atlanta.

Pero el genealogista Restrepo va más allá de las pirámides levantadas a orillas del Nilo, y dirige la investigación hacia la Corte Británica para decirnos que entre los ancestros del benemérito aparece el rey Enrique II de Inglaterra, casado con Leonor de Aquitania, y no contento con semejante cuentazo mete también a Alfonso X el Sabio, rey de España en el Siglo XIII, cuyos vástagos crearían siete centurias después la dinastía Uribe en el Valle de Aburrá.

Si antes de este rastreo por la sangre azul que corre por las venas del señor de El Ubérrimo desataba entre sus parciales ese amor que sólo se siente por los elegidos, y más entre sus adoratrices, que entran en trance histérico cuando escuchan su nombre, ahora, al saberlo descendiente del faraónico reino, llevará a unos y otras a un delirio colectivo que ni Freud redivivo podría conjurarlo con la hipnosis y algún toque de nuestro principal producto de exportación, tratamiento que aplicaba a sus pacientes el médico austriaco.

Con parientes de la talla de Tutankamon y Cleopatra, es bien posible que tanto la juez que debe resolver la preclusión pedida por el fiscal Gabriel Jaimes, como la Sala Penal del Tribunal de Bogotá a la que puede llegar el fallo de primera instancia, terminarán acogiendo la súplica del fiscal pues es imposible que un ser con tan históricos ancestros pueda haber incurrido en una violación del estatuto criminal.

Las genealogías se parecen a las encuestas porque de ellas sale lo que deseen quienes las contratan. Si yo pretendo ser heredero de la dinastía persa, pago un billete y termino de primo del Sha de Irán, un bueno para nada que se divorció de la yerma Soraya para casarse con la preciosa Farah Diba y que terminó sacado a empellones por los ayatollahs.

Disfruten, amigos y amigas uribistas, esa gloriosa noticia de los ancestros del ídolo. Pueden empezar a construir en el Parque Berrío de Medellín una pirámide similar a las tres que erigieron los esclavos egipcios en las arenas del Sahara, en homenaje al “más grande de los colombianos, duélale a quien le duela”, y “segundo libertador de Colombia”, como lo califica el actor Jorge Cárdenas, quien ocupará curul en el Senado por la magnanimidad del pariente de Amenhotep IV, quien estará muy orgulloso en su sarcófago de nuestro faraón con carriel. Pero no olviden la sentencia latina sic transit gloria mundi, que nos indica lo efímeras que son las glorias del mundo.

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