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Diálogo en el Parque Boyacá

El Presidente no tiene capacidad negociadora pues él es parte del problema con esa ideología de ultraderecha que le impone su jefe

19 de mayo de 2021 Por: Jorge Restrepo Potes

- Vení, vos Jorge, ¿habías visto en Colombia una situación semejante a ésta?
No, y eso que aquí en nuestro pueblo me tocó presenciar, apenas entrando en la adolescencia, la violencia que azotó a la gente del partido de mi familia en esos duros años.

- Pero también te tocaron otras vainas malucas.
Claro que sí. En Bogotá, en mis días del bachillerato, vi los estragos del 9 de abril, que no fue el inicio de la violencia sino el más trágico de sus episodios. Y luego llegaron las guerrillas, y los capos del narcotráfico, y los paramilitares amparados por ciertos entes oficiales.

- ¿Y nunca tuviste épocas de tranquilidad?
Sí, los primeros 12 años de mi vida, cuando Tuluá era un remanso de paz que me permitía pasar vacaciones en la finca de la abuela paterna, en el camino hacia El Picacho. En 1949 se acabó esa dicha.

- ¿Y por qué afirmas que esto de hoy es lo peor que has visto?
Porque en los desencuentros anteriores había en Colombia líderes que se sentaban a dialogar y lograban acuerdos de convivencia. Hoy no existen, y en este momento el Presidente no tiene capacidad negociadora pues él es parte del problema con esa ideología de ultraderecha que le impone su jefe.

- Pero alguna salida tiene que haber. Si te pidiera Duque un consejo, ¿qué le dirías?
Que imite a Winston Churchill quien al asumir en 1940 el cargo de Primer Ministro del Reino Unido, en medio de los bombardeos de la aviación nazi sobre las ciudades inglesas, integró un “gabinete de guerra”, llamando a colaborar a todos los partidos del espectro político con asiento en la Cámara de los Comunes. Eso unió al país, y con su oferta única de “sangre, sudor y lágrimas” resistió la acometida de Hitler, y terminó ganando la guerra.

- ¿Y vos pensás que Uribe le permita a Duque hacer esa movida?
Ese es el problema, porque la obcecación de Uribe es tal que antepone el resultado electoral de 2022 a cualquier consideración patriótica.

- ¿Y habría personajes que se prestaran a darle una mano a Duque en estos momentos de tanta incertidumbre?
Los hay. Nadie se negaría a ingresar al gabinete pensando en el rescate de Colombia, que es de todos, así los parciales de Uribe juzguen que es de ellos exclusivamente, y que el resto somos una banda de irredentos castrochavistas.

- ¿Y en medio de este caos, ves en lontananza una solución militar?
No, porque los militares no son tan torpes para recoger un cadáver insepulto. Ellos se hacen con el poder cuando las condiciones no son tan negras como las que hay ahora.

- ¿Y cuando Rojas Pinilla sacó a Laureano, Colombia estaba boyante?
El país sufría atroz violencia pero las cifras económicas no andaban mal. El café -nuestro único producto exportable entonces- tenía buen precio afuera, y solamente éramos 10 millones de habitantes, hoy somos 50 millones, la mitad de ellos en la pobreza. Así, no hay general que se le mida, y vaina curiosa, esta es una Nación apegada a las instituciones aunque abominemos de ellas, y todavía creemos en nuestra perfunctoria democracia.

- Antes de irte, ¿me das alguna esperanza?
Siempre la ha habido. Esta es la senda más oscura, pero un día veremos la luz al final del túnel. Ojalá Duque le meta vapor a la locomotora, y saque de su lado al maquinista mayor. Que Dios le ayude.

- Volvé pronto, valecito.

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