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Credencial cuestionada

Yo que creo conocer a toda la fauna política del Valle del...

1 de diciembre de 2011 Por: Jorge Restrepo Potes

Yo que creo conocer a toda la fauna política del Valle del Cauca, no he visto jamás en persona al señor Héctor Fabio Useche, quien al momento de aparecer publicada esta nota tiene en su faltriquera la credencial de gobernador del Departamento, pero seriamente cuestionada por haberse violado el debido proceso electoral, según queja formulada por Jorge Homero Giraldo, en la que se ponen de presente las graves irregularidades cometidas por la Comisión Escrutadora, al desatender la resolución del Consejo Nacional Electoral que ordenó no entregar la credencial hasta tanto se recuenten los votos de Candelaria, Roldanillo, Guacarí y Dagua.Naturalmente, lo reconocería si lo encuentro en la calle pues su imagen mestiza cubrió cuanto muro y cuanto poste hallaba la ‘comisión de engrudo’, como le decíamos en Tuluá al grupo de muchachos que pegaba los carteles de los distintos candidatos, por lo general, tapando los de los contrarios.Digo que no he visto nunca a Useche, pero le he escuchado por la radio y visto en televisión, y me parece que su verbo es fluido, con ese dejo regional, similar al de uno de sus dos maestros, Juan Carlos Abadía, a quien trató de imitar en la campaña luciendo ‘jeans’ idénticos y saliendo en la foto con ‘pose’ parecida.Desde luego, se cuidó mucho de referirse a sus jefes, y cuando los periodistas lo dejaban sin salida, inteligentemente respondía que esas amistades no determinarían su gestión de gobierno, pero que sí, que conoce al exsenador Martínez y al exgobernador Abadía, a quienes respeta pero que ninguno de ellos le tiraría línea en su administración.Pero no trato en esta columna de hacer un esbozo de la personalidad de Useche, exsecretario de Salud de Abadía y por tanto partícipe de lo bueno y de lo malo que sucedió en ese período, de enero 2008 a agosto de 2010 cuando la Procuraduría invitó al mandatario a salir por la puerta trasera.Lo que ahora pretendo decir es que una persona que lleva a las urnas a 450.000 ciudadanos a sufragar por ella, sin contar con el respaldo de un partido tradicional, pues el MIO -sigla cuyo significado ignoro- es de reciente creación del exsenador Martínez, tiene algo que lo hace interesante para los que analizamos la política nacional.El autor de esta nota sabe de la dificultad para que el pueblo acoja un candidato. En mi juventud fui elegido dos veces a la Cámara y una al Senado y al Concejo de Tuluá, primero por un movimiento independiente y las otras sobre la cresta roja del liberalismo, que cuando sacaba lista única arrasaba en las elecciones. Seis senadores liberales por el Valle llegaron al Capitolio en 1970. Pero había jefes entonces que concitaban el fervor popular que se materializaba en votos y curules.Hoy el señor Useche aparece triunfante, si las autoridades electorales y judiciales no deciden otra cosa, pero el hecho cierto es que un semidesconocido ciudadano apoyado por un exsenador preso por parapolítica y un exgobernador destituido, espera ansioso el 1 de enero para iniciar su mandato.Dicen que la democracia es buena cuando ganan los de uno y perversa si ganan los contrarios. Pero esa es la democracia –“bendita, aunque así nos mates”-, según la lapidaria sentencia del maestro Valencia.

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