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Clementina

No son muchos los políticos colombianos -hombres y mujeres- que puedan mostrar en su hoja de vida 50 años de actividad pública como se ve en la de Clementina Vélez Gálvez.

11 de marzo de 2020 Por: Jorge Restrepo Potes

No son muchos los políticos colombianos -hombres y mujeres- que puedan mostrar en su hoja de vida 50 años de actividad pública como se ve en la de Clementina Vélez Gálvez, cuyo fallecimiento luego de una larga y tenaz lucha contra cruel enfermedad, ha llenado de congoja a quienes la conocimos y nos preciamos de haber sido sus amigos.

Enfermera de la Universidad del Valle y abogada de la Santiago de Cali, Clementina hizo todo el curso para posicionarse como una de las principales figuras políticas de Cali. Muy joven, ingresó al sector liberal que en el Valle capitaneaba Gustavo Balcázar Monzón, y allí se granjeó la confianza del líder pues dio claros indicios de su facilidad para llegar al electorado caleño. Fue alcanzando los primeros puestos en ese movimiento, y cuando le llegó la hora de aspirar al Concejo, ocupó lugar en la lista roja. Pocos pueden decir como ella que estuvo 27 años en el Concejo local, en donde no fue miembro pasivo sino activo pues de su curul salieron importantes acuerdos, y no se paraba en pelos para adelantar control político a alcaldes y funcionarios.

De acrisolada pulcritud, jamás se vio envuelta en ningún acto contrario a la moral y a las buenas costumbres, hoy tan descaecidas en las corporaciones de elección popular. Aquerenció un número de sufragantes que con una lealtad a toda prueba la acompañaron todos esos años en sus aspiraciones. Fue también diputada y representante a la Cámara, pero su espacio preferido era la corporación edilicia, en la que siempre fue ‘la Dama de Hierro’ porque no claudicaba ante ninguna circunstancia.

Fuimos amigos próximos durante 50 años. Jamás milité en el grupo al que ella pertenecía pues yo era holmista, pero esa distancia no mermó nuestro mutuo afecto, y tuvimos algo en común: el grande amor que ella y yo sentíamos por Soffy Arboleda, que fue hasta el día de la muerte de ésta la fuente a la que ambos nos acercábamos a beber sus sabios consejos. La muerte de Soffy fue para Clementina y para mí un golpe devastador. Nadie pudo reemplazarla en nuestros corazones.

Desde luego, en muchas campañas nacionales coincidimos en la promoción del candidato liberal, tanto en los años del Frente Nacional como en los que hubo abierta confrontación de los dos partidos tradicionales.

Una anécdota que muestra el modo como Clementina servía a la gente, inclusive a la que no pertenecía a su movimiento: la madre de una señora que cumple oficios domésticos en mi casa tenía un inmenso tumor no canceroso en el abdomen y no había sido posible que el Sisbén autorizara la cirugía urgente. Acudí a Clementina quien me dijo que activaría inmediatamente el departamento médico de su sede política. Al día siguiente, una ambulancia recogía en Aguablanca a la enferma, que fue operada y se recuperó totalmente.

Esa fue Clementina Vélez. Una política a carta cabal que amó al Partido Liberal y que deja en la memoria de los parciales del trapo rojo sus tres gritos aquilinos: ¡viva el Partido Liberal!, ¡viva el Partido Liberal!, ¡viva el Partido Liberal!

Que esta tierra que ella tanto quiso, le sea leve. A sus familiares, especialmente a su hermano, mi querido amigo Jorge Hernán Vélez, les hago llegar la sentida expresión de mi consternación y de mi duelo.

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